CAMILLE CLAUDEL EN 1884
Camille Claudel, una escultora cuya creatividad deslumbró a Rodin hasta el
punto de que él llegara a decir de ella que no necesitaba maestros dado que sus
obras impresionaban como si se tratara de seres vivos más que de barro, tuvo
una existencia más tormentosa aún desde
el momento en que se convirtió en la amante de Rodin. En su familia
originaria el único que creía en sus potencialidades creativas era su padre
quien la apoyaba moral y económicamente para que ella pudiera compartir un
estudio modesto con otra mujer extranjera que también esculpía. Su madre en
cambio, nunca reconoció el talento de su hija a quien consideraba una
excéntrica, una desgracia porque su hija se comportaba con una libertad
que sólo podían permitirse los hombres.
Ella era capaz de salir de noche sola para robar un barro especial para hacer
sus esculturas llevándolo a su casa en una maleta, desaparecer de su hogar
familiar sin dar ninguna explicación, llevar una vida que sólo se entiende si
se considera la entrega apasionada que Camille Claudel ponía en sus obras. Ya
desde pequeña hacía pequeños esqueletos de barro y los cocía en el horno de su
casa, conducta que hizo decir a su madre que su hija tenía la locura del fango.
LA EDAD MADURA
Ella abandonó la Academia ,
hecho no insólito en muchos artistas creativos que no se plegaban a las
exigencias académicas convencionales e iniciaban una trayectoria creativa
individual. Pero un profesor suyo le pide a Rodin que le dé clases particulares
y cuando éste se presenta en el pequeño estudio de Camille, se queda
impresionado por la vitalidad de sus esculturas pero no le reconoce ningún
mérito, sino que intenta desvalorizarlas de algún modo y se limita a hablar de
sí mismo. Ella se da cuenta de eso y siente una gran antipatía hacia Rodin a
quien considera pedante pero al que le dice antes de que se vaya que quiere
trabajar el mármol. Con esa intención va un día al estudio de Rodin a buscarlo.
Elige justamente un tipo de mármol muy difícil de trabajar porque un golpe mal
dado podía destrozar toda la pieza. Cuando Rodin se entera se queda más
impresionado aún por la audacia de ella y ni qué decir la admiración que siente
cuando ella le lleva la escultura de un pié para que él la firme, costumbre muy
típica de grandes maestros que firmaban obras que eran de sus alumnos. Rodin
dedicaba gran parte de su tiempo a
relacionarse con personajes políticos de quien esperaba obtener beneficios para seguir promocionándose y exigía a los
alumnos de su estudio que hicieran el grueso de sus obras y él le daba los
toques finales.
SAKOUNTALA
Cuando comienza su relación amorosa con Camille, ésta sabe que es un hombre
que está comprometido con una mujer a la que nunca abandonó, a pesar de ser un
reconocido libertino que tenía aventuras con todas sus modelos y cuya
sensualidad había sido comparada con la de Víctor Hugo. Camille se entrega a él
de manera que deja de trabajar en su propia obra para dedicarse a ayudar a
Rodin a completar las suyas. En principio, apoyada por su padre, quien aprueba
que ella vaya a trabajar con Rodin a Paris, pensando que así su hija sería
reconocida en lo que valía. Pero cuando se da cuenta que su hija en un año no
produjo ninguna obra propia, que faltaba poco tiempo para que se abriese una
gran exposición donde ella podría haberse dado a conocer, le llama la atención
y le dice que ella no necesita a Rodin para existir, que ella ya era creativa
antes de conocerle, que ella es una Claudel, que ellos son diferentes.
Sospechando que Rodin se aprovecha de ella, le pregunta si le está pagando por
su trabajo –no recibía dinero de Rodin- y le dice que no es conveniente que los
vean mucho juntos porque daría lugar a murmuraciones. El padre sabe lo que
sucede entre ella y Rodin y también sabe que éste no permitirá que su hija lo
supere. Hay una escena muy emotiva entre la hija y su padre cuando éste le dice
que cuando él falte ella no tendrá a nadie que la apoye. Lo cual es tristemente
verdad. Ni su época, ni su madre ni su hermano pueden comprenderla.
EL VALS
La relación con su hermano Paul es muy entrañable para ella. Él es un
anarquista tímido en principio que agradece que su hermana le haya dado a
conocer a Rimbaud, no puede enfrentarse a una madre despótica y a un padre que
lo desprecia. Finalmente encuentra en el catolicismo un recurso que lo salva y
en Dios un padre en quien creer. Quiere ser escritor y tener éxito. Dentro de su familia el espacio del
reconocimiento estaba ocupado por su hermana quien tenía fascinado a su padre.
Sin embargo, cuando quiso huir de ella, encontró el apoyo de su madre quien
siempre pensó que Camille era una mala influencia para Paul. Éste empieza a
dedicarse a la política gracias a una
recomendación de Rodin y llega a ser vicecónsul además de un escritor
famoso. Mientras tanto la relación entre Camille y Rodin va pasando por el
tormento de la rivalidad que siente él siente por ella, a quien admira por su
fuerza creativa de la que él se siente carente y reconoce que ella se ha
convertido en su única fuente de inspiración. Pero no puede admitirlo frente a
ella misma. Una escena de la película los muestra enfrentados y ella llega a
decirle que él está celoso de su obra, él intenta hacerle creer que ella lo
copia, pero ella sabe que no es verdad. Critica a Rodin que dedique gran parte
de su tiempo a tener reuniones sociales con personajes políticos y ella se
niega a acompañarlo, sólo quiere trabajar y crear. Un embarazo llega a
complicar su existencia, le pide a Rodin que se case con ella pero éste no
responde. En un momento determinado la mujer de Rodin se presenta en el estudio
de Camille e intenta matarla. Le dice que nunca lo tendrá. Camille le pide a
Rodin que elija entre su mujer y ella. Él tampoco puede decidirse y después de
algunas rupturas, alejamientos y nuevos reencuentros entre ambos, él le dice
que se acabó la historia, que no quiere más complicaciones sentimentales. Camille
va a buscar refugio en la casa de su hermano y le cuenta que ha abortado, que
le deje quedarse en su casa por unos días, pero no encuentra al hermano que
ella dejó sino a otro muy cambiado, convertido al catolicismo y muy rígido.
Ella entra en un proceso de deterioro cada vez más grande, se encierra, se
abandona, bebe. La rescata un marchante que cree en ella y le da la oportunidad
de exponer en su propia galería. En esa ocasión se presenta su hermano con
intención de promocionarla y le hace un discurso de presentación aludiendo al poco favor que Rodin le había hecho, cuando ella se presenta medio ebria,
vestida como una cocotte, escandalizando a su hermano y a todo el público que
estaba presente. Paul se marcha humillado y avergonzado sin despedirse de ella,
hecho que la deja absolutamente sola, sin ningún apoyo familiar, dado que su
padre había muerto poco tiempo antes. Unido al hecho de que en la exposición no
se ha vendido ninguna de sus obras, la marcha de su hermano termina de
hundirla. Se encierra en su casa, tapia todas las ventanas, destruye las obras
de yeso que tenía –algunas muy hermosas-. Se salvan las que ella dejó a su
marchante, obras de mármol y de bronce. Pierde todo interés vital y sin
embargo, no deja de ir a espiar a Rodin cuando vuelve a su casa, sin que éste
la vea. El abandono de Rodin le desencadena un delirio paranoico que le hace
pensar que Rodin y su camarilla quieren perjudicarla, que maquinan contra ella
y comienza a perder todas las oportunidades donde Rodin quiso ayudarla, por
ejemplo cuando la invitó a ir a Viena a exponer, siendo la primera mujer que
accedía a ese honor, honor que ella rechazó, entre otros.
EL ABANDONO
En fin, la historia termina con que su hermano a petición de su madre la
hace internar en un manicomio. La rivalidad de su hermano con ella queda
expresada en una frase que él dice: “yo he triunfado, ella no”. Es desgarradora
la escena donde se la llevan al manicomio frente a la mirada durísima y fría de
su madre y su hermano que no parecen conmoverse en absoluto frente a la mirada
desesperada de ella. En el manicomio permanece treinta años encerrada sin
recibir ninguna visita de nadie. En una carta que ella envía a su hermano le
dice que los manicomios son una fuente de infelicidad, le habla de la ternura
que siente por él, le pide que vaya a visitarla, y le advierte que se cuide de
Rodin en un tono que delata su paranoia.
Es propio del delirio paranoico hacernos creer en la cordura de quien
sostiene el discurso, excepto por ese desliz donde aparece la persecución. La
locura de Camille, mezclada con su extraordinaria lucidez para captar las
verdaderas motivaciones de Rodin, seduce y aterra a cualquier persona que no sea psicótica. La extraordinaria creatividad
artística del psicótico, la agudeza psicológica, su convicción de saber sobre los motivos más inconscientes de
los otros al punto de convertir la certidumbre en certeza, la audacia de
saltarse las convenciones y prescindir totalmente de la opinión ajena para
vivir de acuerdo con sus deseos, hacen de la psicosis de Camille un poderoso
atractivo que la hace inolvidable pero de la que hay que huir porque no conoce
límites entre ella misma y el otro y convierte sus deseos en exigencias que
cuando no son satisfechas se vuelve violenta. Unido a su entrega absoluta en el
amor, la psicosis muestra la falta de separación entre uno y otro, colocando al
sujeto del lado de la alienación, dado que la operación de la separación es
necesaria para construir una subjetividad propia separada del Otro fundamental.
NAUFRAGIO
Ambientada antes del 1900, la historia de vida de la hermana del escritor
Paul Claudel, es más de las tantas historias
trágicas de mujeres que han sufrido el entrecruzamiento de una manera
particular de amar sin límites y la falta de entendimiento de una época que no
permitía a las mujeres una existencia que no estuviera destinada al matrimonio
para quedar bajo la tutela de un hombre. Amar sin límites para el prejuicio
popular es índice de vínculos apasionados con la carga de idealización que
nuestra cultura les proporciona, pero el apasionamiento también participa de la
alienación en el otro, característica que comparte con la estructura psicótica.
La psiquiatría del siglo XIX sólo consideraba la reclusión en un manicomio a
las mujeres que se salían de la norma, mientras que los hombres afectados por
procesos psicológicos similares, quedaban en la sombra. ¿Cual hubiera sido la
vida de Camille si hubiera contado con una psiquiatría dinámica que hubiese
apoyado su creatividad, la hubiese contenido como un nudo que sujetara su
subjetividad, con un medio social que considerara a las mujeres sujetos con derecho a las mismas oportunidades que los
hombres? Seguramente su vida hubiera sido otra y nosotros podríamos disfrutar
de toda su producción artística, que su desesperación la llevó a destruirla. Lástima… porque lastima tanto sufrimiento
estéril y tanta creatividad destruida.
CLAUDIA TRUZZOLI
Presidenta de la Sección Dones en el
momento de esta publicación en la
Revista del Colegio
Oficial de Psicólogos de Catalunya nº 221 de diciembre/enero 2010.
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