FALSAS CORRESPONDENCIAS
Mía,
susurró él al oído de su amada
convencido de que ella le pertenecía.
Mío,
contestó ella
sintiéndose feliz de ser su elegida.
Él asimiló esa posesión
a un derecho que creyó le era debido
por naturaleza, y por ser hombre,
pensó que ella le debía pleitesía.
Ella asimiló esa posesión
a un deseo, por sentirse valorada
más allá del goce de su cuerpo,
y por ser mujer, pensó
que él agradecería esa entrega.
Ese complementario desajuste
empezó a mostrar fisuras delicadas
que rápidamente se convirtieron
en grietas abismales
cuando él se percató
que no era para ella todo su universo
y ella constató que no era para él
más que un instrumento.
CLAUDIA
TRUZZOLI
c.truzzoli@gmail.com
Colgado en facebook en el Grupo Laie de poesía al que pertenezco, el día 27 de diciembre de 2012.
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