domingo, 12 de mayo de 2013

DEUDA IMPAGABLE


 Reclinarme en tu regazo,
sentir el calor de tus caricias,
disfrutar del olor de tus manos
con fragancias de especias,
adormecerme en el sueño de la infancia,
escuchar las voces de mi padre
hablando de sus pálidas batallas...
Te he disfrutado, explotado,
agotado hasta el cansancio
sin imaginar que podrías querer algo
más allá de nosotros.
Siempre estabas allí, inamovible
como árbol centenario
que despliega sus múltiples raíces
para sostén, refugio, descanso
de quien llega privado de sustento.
Absorta en la urgencia de vivir
en la que se embarcaba
mi juventud atropellada
no supe entrever, madre,
la devastadora soledad
a la que te confinaban tus renuncias
ni de lo que de tus ansias olvidabas
para seguir estando a tu manera.
Ahora que tu muerte
me cercena el derecho a tus palabras,
solo puedo valorar la magnitud
de lo que has dado a través de tus silencios,
de tus iras, de tus risas, tus enfados,
dejándome el recuerdo arrepentido
de una deuda que jamás podría pagar
aunque quisiera.

CLAUDIA TRUZZOLI
Editado en grupo Laie de Poesía el 2 de enero de 2013 

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