CULTO AL CUERPO
El cuidado del cuerpo siguiendo criterios de salud es aconsejable para prevenir patologías. El cuidado estético que responde a un deseo de gustar, es comprensible dentro de límites razonables. Cuando se superan esos límites, entramos en el culto al cuerpo, culto que silencia la soledad estéril del narcisismo y la
enajenación que supone para la subjetividad una persona que sólo se sostiene de
su imagen. Las mujeres son más sensibles a este culto, según se puede comprobar por el aumento de las ofertas de cirugía
estética, mamas que aumentan, disminuyen, liposucciones peligrosas para hacer
un cuerpo delgado, pero sobre todo joven, extirpación genital de los labios mayores
para parecer tener un sexo más aniñado, extirpación de costillas flotantes,
amputación del dedo pequeño del pié para que entren mejor los zapatos de tacón.
Se recomiendan parches hormonales con la simple intención de alargar la juventud de las mujeres
menopáusicas, menospreciando que pueden provocar cáncer de mamas. Se trata la menopausia no como un proceso natural sino una
enfermedad a medicar. Se ha inventado una manera de suprimir la regla
para tenerla sólo unas veces al año sin tener en cuenta los daños que puede
causar al organismo ir contra la naturaleza. Identificarse supone siempre un
proceso que exige una mirada reflexiva, un esfuerzo de simbolización, una
elaboración de logros y pérdidas referidas al propio cuerpo, a la finitud, a
los vínculos y a la muerte. Pero para poder sostenerse en esa andadura es necesario una reformulación de la subjetividad que se apoye en cuestiones más simbólicas y no a la dictadura de la imagen. Condicionar el propio
cuerpo sometiéndolo a intervenciones estéticas que van más allá de una coquetería aceptable, llegando a someterse a algunas intervenciones muy peligrosas para la salud, con objeto de adecuarse a los gustos de la mirada masculina, es una operación empobrecedora de las potencialidades que hacen una identidad más sólida.
CLAUDIA TRUZZOLI
CLAUDIA TRUZZOLI
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