La película “Te
doy mis ojos” tiene entre otros méritos describir cómo son las cosas realmente
en la terapéutica que hoy se emplea contra los maltratadores. Y como es una
terapéutica que sólo va encaminada a eliminar el síntoma externo de la
violencia, pero sin analizar las causas que la provocan, deja totalmente
desamparado de recursos internos al agresor, porque como mucho lo que consigue
es intentar que controle la violencia física, que no le peque a su mujer, lo
cual no quiere decir que no la maltrate psicológicamente. Esos son los
resultados reales de esas terapéuticas, pero ¿que sucede si la mujer lo deja? El
personaje de esta película nos muestra un desenlace posible, lamentable por
cierto, pero que a veces es real, que consiste en renegar del tratamiento
psicológico, pensar no ha servido de nada, sobre todo cuando el que se somete
al mismo lo hace con la esperanza de que de esa manera logrará retener a su
mujer, pero no porque tenga conciencia de que él tiene un problema a resolver.
Este tipo de hombres no encaran el tratamiento como una forma de aprendizaje
emocional, de crecimiento para ellos, sino como quienes van a aprender las
estrategias para jugar mejor la partida que intenta evitar el que sus mujeres los
abandonen. En esta película, que mencioné más arriba, se ve muy claro. Él se
queda absolutamente decepcionado porque no logra que su mujer retroceda a
posiciones anteriores en su relación, posiciones donde ella estaba totalmente
sometida y controlada por él, donde los dos juntos hacían un mundo excluyendo
al resto, donde los dos juntos se unían y más que tú y yo, formaban un
conglomerado indiferenciado de “nosotros”. El psicólogo que lo trata no lo
ayuda a ello, porque está utilizando una terapéutica insuficiente, porque si no
se analiza, no se ayuda a comprender las causas que le motivan esa violencia,
lo único que se consigue es controlarla, o sea, que en vez de pegarle una
patada en el estómago a su mujer, le pegue una patada a la puerta o se vaya de
casa un rato, o le pegue a un árbol, pero eso no soluciona el problema. De
hecho, el final de la película lo demuestra, cuando este hombre tira al río el
cuaderno donde anotaba las cosas que el psicólogo le decía que apuntara cuando
se sentía violento, al tiempo que expresa que eso es una mierda, desvalorizando
todo el tratamiento. Visto este resultado, se puede inferir que este hombre
cuando encuentre otra pareja, trasladará el mismo problema a otra nueva mujer
que se vincule con él. ¿Qué es lo que le sucede a este hombre y a su mujer para
quedar atrapados en un vínculo violento?
Si analizamos las
dinámicas familiares de los dos personajes implicados en la película, vemos que
ambos tenían algo en común, el hecho de haber sido ninguneados por sus
familias, desvalorizados. Él es menospreciado por el hermano que lo explota
salvajemente, haciéndolo trabajar en su obra sin una remuneración justa. Por
otra parte, el trabajo que hace, vender neveras, lo hace sentirse muy
interiorizado frente al hermano. Ella también ha sido maltratada por su
familia, su madre no la escucha cuando ella le dice que está siendo maltratada,
es más, le dice que lo tiene que aguantar, que ella misma –su madre-, también
lo aguantó. La protagonista dice una frase muy fuerte cuando afirma que ella
siempre se tuvo que tragar todos los marrones de la familia. Cuando los dos
protagonistas se conocen hay un rasgo que los acerca poderosamente y es
precisamente ese maltrato del que los dos han sido víctimas. ¿Qué le pasa a
ella? Al principio intenta protegerlo a él ocultando el maltrato,
silenciándolo, no expresa esa situación que vive porque siente que lo traiciona
si habla de ello. Le da vergüenza por él, pero también le da vergüenza por ella
misma. Hay una escena que a mí me pareció clave en la película: cuando ella
está en el bar con unas amigas y ve a través del cristal a otra pareja que
están discutiendo. Desde dentro del bar, una de las amigas pone un diálogo que
imagina que es el que tienen los dos que están hablando fuera, donde ella reconoce
frases que efectivamente ha oído y dicho en su propia relación de pareja. Ese
es un primer insigth, una primera toma de conciencia de que lo que a ella le
sucede no es tan original, ni tan exclusivo, que también hay otras a las que
les sucede lo mismo. Eso le ayuda a desdramatizar y a sentirse más legitimada a
seguir sosteniendo una vía que le permita rescatarse a sí misma por la ironía
que descubre en el tono burlesco en que la amiga está imitando el posible
diálogo de la pareja que se ve detrás del cristal. Esto es muy importante
porque eso le permite establecer una mínima distancia, una mínima separación,
que para que podamos hablar de amor, tiene que darse siempre, de lo contrario
nos encontraríamos con una peligrosa confusión entre ambos, que lleva el germen
de la violencia. Confusión quiere decir aquí fusión con. Ideal,
no está de más señalarlo, propio del amor romántico.
¿Cuál es la
evolución de esta pareja cuando ella se distancia de la fusión romántica? Que
el maltrato del marido aumenta por el pánico que siente de perderla. También
aumentan los celos, el desconcierto, la impotencia cuando ve que ella encuentra
un trabajo como guía de un museo de arte y ve como se desenvuelve de manera
afable con el público. Cuando ella llega a su casa después de esta escena él
rompe el libro de arte que ella está trabajando, la desnuda y la lleva al
balcón. Ella está aterrorizada, pero esa es la escena que marca el final de su
relación y le da la fuerza para abandonarlo definitivamente. Hay una escena de
la película muy importante para entender las corrientes afectivas puestas en
juego, cuando el protagonista celoso le pregunta al psicólogo, refiriéndose a
su mujer, porqué ella lo iba a querer a él, que sólo sabía hacer albaranes. Descubrirse
con menos capacidades creativas que ella lo descoloca y lo hunde en la
desesperación. Momento privilegiado de
sinceridad y de apertura que el psicólogo no sabe aprovechar y la
respuesta que le da es lamentable porque le dice que ella lo quiere por que él
no la maltrata, cuando justamente es lo que hace. Semejante tontería hace que
él se vuelva a cerrar con el resultado indeseado de desconfiar de cualquier
proceso terapéutico que pudiera emprender en un futuro. Son justamente los
momentos de apertura del sufrimiento donde hay que aprovechar para interrogar,
no para dar respuestas que obturen sentimientos que se acercan a la verdad más
reprimida del sujeto. La película termina con la ruptura de la pareja. Ella se
hace acompañar por una amiga para llevarse sus cosas del apartamento que
compartía con su marido y él tirando el cuaderno de su terapia. Es de suponer
que en una nueva relación, repetirá el mismo comportamiento de maltrato cuando
su pareja se distancie del control que pueda establecer sobre ella. Reacción
movida por el pánico de ser abandonado, que no ha podido resolver por haber
aceptado un tratamiento que no es el indicado para solucionar estos problemas.
Lo eficaz hubiera sido una terapia dinámica que llegara a analizar las causas
de la violencia y no ofreciera sólo recetas inútiles para controlar sus
manifestaciones.
CLAUDIA TRUZZOLI
c.truzzoli@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario