domingo, 17 de febrero de 2013

LAS VIUDAS DE LOS JUEVES, de Marcelo Piñeyro




 LAS VIUDAS DE LOS JUEVES

 El título de viudas a las protagonistas les viene porque los jueves sus maridos jugaban a las cartas, solos, en la casa de alguno de ellos. Casas situadas en un enclave de ensueño, un country de Buenos Aires, amurallado y con guardias de seguridad para aislarse y protegerse de las villas miserias que se encuentran apenas traspasados sus muros, donde conviven los cuatro matrimonios que protagonizan la película, intentando tener buenas relaciones de vecindad que les permitan fabricarse la ilusión de que son como una familia. Todo parece encantador mientras la mirada valore la lógica de los bienes materiales, ajena a cualquier otro matiz que incluyera algo de la lógica de los sentimientos de los sujetos. El hilo común que une a personajes con historias particulares tan diferentes es disfrutar del lujo de su modo de vida pero a la vez, negando el vacío y la soledad que abruma a cada uno de ellos con distintos disfraces: cinismo, negación del vacío, de la culpabilidad por hacerse de dinero a través de medios deshonestos, un elogio del poder que enmascara la falta de satisfacción profunda que los mantiene solos con su angustia.

Gustavo (Juan Diego Botto) es víctima de celotipias que hacen que sueñe angustiosamente con matar a su mujer y en la vida despierta la golpea cuando presume imaginariamente que ella le es infiel con otro de los vecinos. Ella atrapada en el amor que le tiene se cree imprescindible para curarlo aunque le tenga mucho miedo y sufra por los golpes. Ser imprescindible para curar a su marido  del tormento de sus celos, es una creencia bastante común en mujeres maltratadas por la fantasía de ser salvadoras a través del amor. El Tano (Pablo Echarri) asume una conducta donjuanesca que le procura mucho éxito con las mujeres, menos con la suya, a quien ama pero no es correspondido. Es el que se presenta con su fachada más cínica y aparentemente menos culposa, haciendo alegatos racionales acerca del mundo que dado que está estructurado de tal forma hay que elegir entre ser explotador o explotado. No entiende que él nació en cuna de oro, como le recuerda Ronnie, (Leonardo Sbaraglia) en un diálogo que no tiene desperdicio, que para mantener este sistema de cosas hace falta que la felicidad de unos se edifique sobre la miseria de otros, que no valen salidas individuales ni democráticas en el sentido de la igualdad de oportunidades. Esto último, argumento ideológico tan grato al sistema de vida  capitalista liberal, por otra parte. La mujer del Tano, tiene un aspecto frío y desolado, toma antidepresivos para hacer su existencia menos dolorosa. Cuando ella y su marido hacen el amor, ese encuentro tiene un tono absolutamente mecánico y desprovisto de toda sensualidad, con conversaciones que sugieren que el escenario podría ser una sobremesa o charla de café más que un encuentro erótico. Erotismo que ella intentará buscar con Lala, la mujer de Martín (Ernesto Alterio). Éste está atravesando una crisis tremenda de pérdida de potencia por la caída de poder adquisitivo dado que le han despedido de su trabajo y no se atreve a decírselo a su mujer, que le cuestiona permanentemente su falta de carácter y le reprocha que no asciende en su trabajo por la misma razón. Comentarios que ponen en crisis su identidad masculina edificada sobre el éxito y el dinero. Comentarios a los que se suma su hija desafiando constantemente a su padre –Martín- mostrándole su impotencia, su falta de autoridad para con ella. Resultado de este estado de cosas él  sufre  episodios de hipertensión que se sintomatizan a través de hemorragias nasales y crisis de ansiedad. Una escena es muy ilustrativa y de un extremo patetismo que muestra la falta de unión entre él y su mujer es cuando la cámara lo enfoca en una conversación que se supone que tiene con ella, donde le dice que debería haberle dicho antes que estaba sin trabajo pero que lo esencial es que están juntos, y cuando la cámara se desplaza hacia el lugar donde supuestamente debería haber estado ella escuchando, se encuentra un sillón vacío.
El único que parece tener una cierta sensibilidad social y personal es Ronnie, quien siente una cierta culpabilidad por vivir como vive, a costa de la miseria que sacude el país en tiempos del corralito, que reconoce la importancia que tiene en su vida el amor que siente hacia su hijo, que reconoce su soledad, que puede expresar sus sentimientos, a pesar de la superficialidad del entorno que le rodea.  Superficialidad que se muestra ganadora en una escena entre Martín –angustiado por guardar el secreto de su desempleo- y el Tano que al verlo así, le dice que tiene que contárselo a su mujer pero que sea cool, un estilo que corresponde bien a la lógica superficial y negadora de sentimientos que corresponde a una determinada clase social que sólo aspira al tener como pilar que sostiene su prestigio.

Los dos únicos hijos adolescentes que aparecen en la película, llevan una existencia bastante vacía de estímulos saludables. Una es la hija de Martín, que intenta escapar del vacío a través del consumo de droga, que a su vez vende a otros adolescentes del mismo entorno intramuros. Droga que le es proporcionada por el guardia de seguridad del country. No hay ninguna comunicación ni espacio personal para ella dentro del ámbito familiar. Su madre, Lala, esposa de Martín, sueña con llenar su vacío con algún hombre que le haga sentir viva y ésa parece ser su única aspiración demás de exigir a su marido que gane más dinero y sea más agresivo. Martín es el único que intenta poner algún límite a su hija adolescente, pero como ésta asume el discurso descalificador de su madre con respecto a su marido, desprecia a su padre, lo desafía a que pruebe que puede impedirle algo, repitiendo las críticas-reproches que lo descalifican como hombre por no responder al modelo del ejecutivo triunfador agresivo. Él, que comparte la misma valoración de  modelo de masculinidad clásico de una clase social privilegiada, se queda paralizado y no puede reaccionar, permitiendo a la hija que haga lo que quiera, aún sabiendo que está coqueteando con drogas.
El otro hijo adolescente es de Ronnie, quien también está en paro desde  bastante tiempo pero es el único que tiene una sensibilidad social más acusada, un sentido crítico que le hace sentir cierta distonía con respecto a su forma de vivir en el country, una forma de ser alternativa a la masculinidad tradicional que se pone de manifiesto cuando su mujer le reprocha que es la única que trae dinero a casa –puesto que ella se gana la vida vendiendo  propiedades dentro del country- y él le responde con un gran sentido del humor que puesto que durante muchos años él ha soportado los inconvenientes de su género, no le viene mal a ella soportar los del suyo. Sentido del humor unido a sensibilidad social y también personal que le permiten manifestarse más comunicativo y humano al expresarle a su hijo que le quiere, hacen posible que este personaje se salve de la destrucción personal que terminará con el suicidio de los otros tres. Y también que su hijo les pida que se vayan de ese lugar donde viven. Hay una escena familiar muy graciosa donde Ronnie y su mujer están conversando acerca de dinero y como su hijo se aburre, pide levantarse de la mesa. Su madre le contesta que se quede, que no saben nada de él, que se implique, que participe. Por una parte lo incita a hablar de lo que le preocupa, pero cuando él lo hace, el tema no gusta a su madre porque cuenta una anécdota relacionada con la sexualidad –preocupación más que monotemática para un adolescente-. Es triste la ceguera que manifiesta con el hijo cuando le reprocha su manera de vivir, diciéndole que no entiende porqué es así si tiene todo lo que le hace falta. La incongruencia es cuando señala el afecto, porque es evidente que las preocupaciones del hijo no tienen espacio si no coinciden con lo que les preocupa a los padres.   

La película comienza con una escena donde se ve a tres hombres muertos flotando dentro de una piscina. Más tarde se sabrá que se trataba de un suicidio. Suicidio anunciado por el más cínico de ellos en una escena donde comienza una disertación aparentemente filosófica acerca de la muerte, para sugerir a los otros la idea suicida –un accidente eléctrico en la piscina por la caída al agua del aparato de música mientras ellos nadan,- que les permitiría cobrar a sus mujeres una cuantía de dinero importante gracias al seguro de vida. Discurso que los otros escuchan y secundan a juzgar por la consecuencia que provoca: los tres mueren electrocutados en la piscina. Se salva Ronnie, el más sensible, que si bien se alerta por la conversación, se detiene a preguntarles si es una broma lo que están diciendo, quiere creer que lo es y se retira a su casa a descansar. Evidentemente, no es casual que se salve él porque es el único que parece no ser víctima de un discurso triunfalista y a pesar de las contradicciones entre sus ideas y su modo de vivir, mantiene viva la lógica del ser que le permite valorar el amor a su mujer, a su hijo, la compasión por la gente expoliada de sus ahorros por el famoso corralito argentino, cuando ve las imágenes de desesperación de la multitud que protesta frente a los bancos por no poder acceder a sus ahorros. Medida que se convirtió en pérdida de los mismos. Robo ejecutado por el gobierno. Esto motiva una conversación con el Tano en una escena anterior al desenlace, donde Ronnie le expone su reserva moral frente al modo de vida que estaban llevando, diciéndole que la riqueza de ellos se sustentaba con la miseria de otros. Argumento al que el cínico Tano responde que pasada cierta edad nadie sobrevive sin culpa.  Sin embargo, que a este personaje cínico se le haya ocurrido la idea de suicidarse junto con los demás, no sólo es resultado de una lógica coherente con el tener, porque quiere asegurar un bienestar a su mujer por cobrar el dinero del seguro de vida frente a un sistema económico que se desmorona amenazando la continuidad de su nivel de vida confortable. También es resultado de la humillación que le supuso ser rechazado por ella públicamente cuando asistió al funeral de una residente del country con quien había negociado prestarle dinero anticipado a cuenta de la totalidad de su seguro de vida. Cuestionado públicamente por habérsele pedido que se retirara del lugar, él reaccionó  con rabia diciéndoles que los privilegios de su  modo de vida no venían de la nada, cuestionándoles que querían ser excepcionales, poderosos, disfrutar de un bienestar económico pero sin ensuciarse las manos en cómo adquirir el dinero que les permitía hacerlo. En esa misma escena, pretendió retirarse con su mujer pero ésta se resistió con un gesto de desprecio y se fue sola. Más tarde se encerró en la habitación de matrimonio, impidiéndole el acceso a su marido. Es la primera vez que Tano se entera de que su mujer le cuestiona moralmente, no le quiere y eso lo derrumba.

La ironía de la película es que muestra que las mujeres de estos  hombres, excepto la de Ronnie, aunque aparentemente no participen de la misma lógica, también están atrapadas en el mismo engranaje perverso. Cuando Ronnie, movido por una intensa culpabilidad, les dice que las muertes de los otros no han sido por accidente sino que ha sido un suicidio, mujer del Tano le reprocha que les diga eso, que sus hijos no pueden pensar que sus padres se han suicidado, para finalmente decirle que si lo que él pretende es que no cobren el seguro de vida y pregunta abiertamente si es que él ha hecho algún arreglo con el seguro para negociar quedarse con parte del dinero que se les debe a ellas, dado que saben que él hace tiempo que tiene dificultades económicas. Reacción que motiva el estupor de Ronnie y la indignación de su mujer que las echa de su casa. Si hay algún mensaje saludable en esta película es que muestra que al final, los que se salvan son los menos adictos a un modo de vida suicida, porque quien empeña su vida en el logro de un bienestar a cualquier precio, olvidándose de atender aquellos aspectos sensibles que sostienen la vida emocional, está condenado a padecer un sensación irrecuperable de vacío cuando se da cuenta que su vida pasó por su lado sin tocarlo y no pudo disfrutar de aquello que creía equivocadamente que los bienes materiales por sí solos le procurarían.

CLAUDIA TRUZZOLI
Ex Presidenta de la Sección Dones del Copc
Publicado en la Revista n 224 del Colegio de Psicólogos de Cataluña

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