domingo, 28 de abril de 2013

COMENTARIO DE LA PELÍCULA REVOLUTIONARY ROAD



              
El principio de la película nos muestra unos personajes que se conocen en una reunión. April quiere ser actriz. Cuando Frank le dice que trabaja como estibador, ella contesta que no le ha preguntado cómo se gana la vida, sino quien es. Interesante clave que nos permitirá entender el desencuentro que se va acentuando entre ellos hasta hacerse trágico. La escena siguiente muestra a April en una obra de teatro que resulta criticada negativamente por el público y ella no puede soportar ese fracaso. Frank intenta hacerle entender que debe aceptar que no es buena actriz pero ella le cuestiona en otra escena que él no es lo suficientemente hombre, otra clave para entender la dificultad de Frank de enfrentar un medio adverso a sus ilusiones por exigirle un sometimiento a las normas que como leiv motiv dictan ganar dinero, tener y sostener una familia, – idea que está excelentemente representada al principio cuando sólo se ven hombres que parecen uniformados en sus trajes grises esperando el tren que los lleve a sus trabajos, excepto algunas mujeres que se  desempeñan como secretarias en las oficinas en las que ellos trabajan-.
   
Ambientada en el año 1955, esta película mueve sensiblemente al espectador porque  más allá de esa época muestra una crisis matrimonial con toda la miscelánea de sentimientos contradictorios, rabia, angustia, desesperación, ternura, crueldad frente a las frustraciones, tendencia a culpabilizar al otro cuando no responde exactamente al anhelo de lo que se espera de una pareja, dependencia que no deja realizar el proyecto de vida que cada uno tiene y que en este caso no coincide para ambos, falta de resignación frente a la realidad de lo que puede cada uno y que no se ajusta con lo que persiguen como ideal de sí mismos, fracasos no asumidos, que hacen de la historia íntima de este matrimonio una mostración de la complejidad que significa sostener una pareja. En este caso en concreto, abocada al fracaso por la persistente sordera de Frank que no termina de comprender que su mujer quiere vivir una vida que deje lugar a la sensibilidad para ambos aunque el proyecto que le propone April no se ajusta a las convenciones genéricas tradicionales.
 
Es la época posterior al fin de la segunda guerra mundial, época en la que las mujeres tuvieron que desempeñarse en el mercado laboral por ausencia de hombres que estaban haciendo la guerra, y acabada aquella, se esperó que volvieran a ser amas de casa como antes, expectativa que no fue aceptada con beneplácito por la protagonista de la película que soñaba con una vida diferente en París, creyendo que de ese modo huiría de las convenciones conformistas americanas y podría ser feliz con su marido - invirtiendo los roles clásicos-, ganando ella dinero en abundancia gracias a los buenos sueldos que esperaba obtener trabajando en organismos internacionales y le ofrece al marido mantenerlo para que él disponga del tiempo libre suficiente para averiguar qué le apetece hacer de su vida, porque sabe que hace un trabajo que no le gusta. Al principio él se muestra sorprendido y extraño con la oferta, pero le seduce. Cuando lo comentan con una pareja amiga y también en su trabajo, aparecen las críticas por la ruptura de los roles clásicos. Simultáneamente un jefe inepto le ofrece ascender en una empresa que adelanta un poco el futuro, -se trata de ordenadores-, con una paga mucho mayor. Él no comenta que quiere dejar el trabajo, ni a quien se lo ofrece ni a su mujer, y sólo se lo dice a April delante de otros amigos, lo que desencadena el conflicto que irá en aumento poniendo al desnudo las fragilidades e incompatibilidades de ambos.

Frank está tenso por deseos contradictorios: por una parte sueña con vivir de otra manera más placentera, pero no tiene coraje suficiente para enfrentarse al riesgo que significa dejar su comodidad y su posición masculina para dejarse mantener por April. Además está en conflicto frente a la identificación con su padre que por un lado rechaza, no quiere terminar como él, pero termina haciendo lo que hacía su padre, trabajar en la misma empresa con el mismo disgusto que aquél, empujado en esa dirección por las palabras de su jefe que le dice que aceptando ese nuevo cargo haría honor a la memoria de su padre. Es inevitable que esa afirmación lo coloque en deuda y culpa si no la paga. Atenazado entre la deuda moral con su padre –que es representante para él de lo que tiene que ser y hacer un hombre- y el proyecto de vida anticonvencional que le ofrece su mujer, que lo feminiza, termina aceptando ese nuevo puesto y poco a poco va cediendo y adaptándose al conformismo cómodo de los bienes, intentando negar cualquier anhelo de otra forma de vivir. Pero como todo culposo deshonesto busca víctimas que le oculten su mala fe. A quien hace depositaria de la misma es a su mujer que se siente cada vez peor porque comprende que su marido no sólo quiere adaptarse al medio conformista habitual, sino que además intenta convencerla de que es lo mejor para los dos. No quiere escucharla.


April lo siente y está desgarrada porque no es escuchada, le dice una frase muy fuerte y significativa -propia del papel de consorte que renuncia a cualquier deseo que no sea el de querer ser madre, inclusive de su marido- exigido como mandato patriarcal a las mujeres convencionales para ser aceptadas como buenas mujeres:“quiero aparecer”. Ese deseo es lo que Frank desvaloriza tratándola de fantasiosa, de mala madre por no querer conformarse a su papel tradicional y ser feliz cuidando a sus hijos. Cuando Frank pese a los esfuerzos por convencerla, le dice entre otras cosas que el aumento de sueldo podría servir también para pagar una terapia para ella, terapia entendida como un recurso para hacer que ella acepte vivir como él quiere vivir y adaptarse al medio conformista donde viven, April queda atrapada en un abismo de incomprensión que le niega su derecho a desear, en un momento en que ella está embarazada nuevamente. Cuando Frank percibe que April no le apoya en su proyecto, se enfurece diciéndole que quizá debería haber abortado a sus hijos en vez de tenerlos y se arrepiente de inmediato, pero lo dicho hace su efecto pernicioso porque ataca de lleno sólo uno de los aspectos de la ambivalencia frente a la maternidad de las mujeres que pese a querer a sus hijos los sienten como un obstáculo –real- a sus otros intereses vitales. Los hijos son mencionados y aparecen muy poco en la película, como si esa ausencia fuera el retorno de lo reprimido, o sea, el poco espacio subjetivo que ocupan en la vida de ambos cuando obstaculizan otros intereses. Tanto Frank como ella tienen una aventura erótica que parece querer llenar un vacío de valoración y estima, él con su secretaria y ella con un vecino que era evidente que la deseaba desde mucho tiempo atrás. Cuando Frank sabe que su mujer no lo apoya le dice que ha tenido una aventura con otra mujer y ella le cuestiona porqué se lo cuenta, que si es para que ella sienta celos, le asegura que le es indiferente lo que haga porque ya no le ama. Confesión terrible para él. 

       
Hay un matemático perturbado, a quien los electroschoks no han logrado hacerle desistir de sus ideales, que es el único a quien le confiaron en alguna ocasión sus ilusiones de vivir de otra manera –razón por la que les apoya, por identificación con ellos-. Cuando se entera que ellos no se irán a Europa, saltándose todas las convenciones de buena educación y con una agudeza psicológica especial le dice al matrimonio lo que ellos quieren ocultarse a sí mismos: a Frank le dice si ha dejado embarazada a su mujer porque no quiere hacer el viaje y le pregunta si no tiene otra forma de demostrar su hombría, a April le dice que tampoco tiene coraje para sostener su ideal de vida y que no le gustaría ser el niño que ella espera. Escena terriblemente angustiante para ella y que llena de furia a Frank. Es muy triste constatar cómo los mandatos sociales dejan en una profunda soledad a quienes disienten de ellos. No contaré el desenlace para estimular el deseo de ver esta excelente película que desmonta cualquier ideal naif acerca del amor romántico y que debería convertirse en una ocasión para reflexionar que dos no hacen uno y que cuando se pretende que lo haga, alguien queda fuera de foco, y normalmente son las mujeres las borradas. Pero sí me parece curioso un detalle del final, que frente al discurso hipócrita y negador de la mujer que les había vendido la casa a Frank y April, que es madre del matemático perturbado, el marido de ésta los defiende y dado que tiene un aparato para la sordera, va disminuyendo el volumen para no oírla. Quien tuviera esa posibilidad de hacer oídos sordos frente a palabras necias…  

CLAUDIA TRUZZOLI
c.truzzoli@gmail.com
Presidenta de la Sección Dones del COPC cuando la publicación de esta entrevista en la Revista del Colegio oficial de Psicólogos de Catalunya nº 217 de abril/mayo 2009.

1 comentario:

  1. Creo que la película es muy interesante, toca un tema controversial y tiene muy buenos actores, quien más me gusto fue sin duda fue Michael Shannon lo he visto actuar en Boardwalk Empire, pero fue de su papel me encanto su participación en la cinta.

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