El principio de la película nos muestra unos
personajes que se conocen en una reunión. April quiere ser actriz. Cuando Frank
le dice que trabaja como estibador, ella contesta que no le ha preguntado cómo
se gana la vida, sino quien es. Interesante clave que nos permitirá entender el
desencuentro que se va acentuando entre ellos hasta hacerse trágico. La escena
siguiente muestra a April en una obra de teatro que resulta criticada
negativamente por el público y ella no puede soportar ese fracaso. Frank
intenta hacerle entender que debe aceptar que no es buena actriz pero ella le
cuestiona en otra escena que él no es lo suficientemente hombre, otra clave
para entender la dificultad de Frank de enfrentar un medio adverso a sus
ilusiones por exigirle un sometimiento a las normas que como leiv motiv dictan
ganar dinero, tener y sostener una familia, – idea que está excelentemente
representada al principio cuando sólo se ven hombres que parecen uniformados en
sus trajes grises esperando el tren que los lleve a sus trabajos, excepto
algunas mujeres que se desempeñan como
secretarias en las oficinas en las que ellos trabajan-.
Ambientada en el año 1955, esta película mueve
sensiblemente al espectador porque más
allá de esa época muestra una crisis matrimonial con toda la miscelánea de
sentimientos contradictorios, rabia, angustia, desesperación, ternura, crueldad
frente a las frustraciones, tendencia a culpabilizar al otro cuando no responde
exactamente al anhelo de lo que se espera de una pareja, dependencia que no
deja realizar el proyecto de vida que cada uno tiene y que en este caso no
coincide para ambos, falta de resignación frente a la realidad de lo que puede
cada uno y que no se ajusta con lo que persiguen como ideal de sí mismos,
fracasos no asumidos, que hacen de la historia íntima de este matrimonio una
mostración de la complejidad que significa sostener una pareja. En este caso en
concreto, abocada al fracaso por la persistente sordera de Frank que no termina
de comprender que su mujer quiere vivir una vida que deje lugar a la
sensibilidad para ambos aunque el proyecto que le propone April no se ajusta a
las convenciones genéricas tradicionales.
Es la época posterior al fin de la segunda guerra
mundial, época en la que las mujeres tuvieron que desempeñarse en el mercado laboral
por ausencia de hombres que estaban haciendo la guerra, y acabada aquella, se
esperó que volvieran a ser amas de casa como antes, expectativa que no fue
aceptada con beneplácito por la protagonista de la película que soñaba con una
vida diferente en París, creyendo que de ese modo huiría de las convenciones
conformistas americanas y podría ser feliz con su marido - invirtiendo los
roles clásicos-, ganando ella dinero en abundancia gracias a los buenos sueldos
que esperaba obtener trabajando en organismos internacionales y le ofrece al
marido mantenerlo para que él disponga del tiempo libre suficiente para
averiguar qué le apetece hacer de su vida, porque sabe que hace un trabajo que
no le gusta. Al principio él se muestra sorprendido y extraño con la oferta, pero
le seduce. Cuando lo comentan con una pareja amiga y también en su trabajo, aparecen
las críticas por la ruptura de los roles clásicos. Simultáneamente un jefe
inepto le ofrece ascender en una empresa que adelanta un poco el futuro, -se
trata de ordenadores-, con una paga mucho mayor. Él no comenta que quiere dejar
el trabajo, ni a quien se lo ofrece ni a su mujer, y sólo se lo dice a April
delante de otros amigos, lo que desencadena el conflicto que irá en aumento
poniendo al desnudo las fragilidades e incompatibilidades de ambos.
Frank está tenso por deseos contradictorios: por
una parte sueña con vivir de otra manera más placentera, pero no tiene coraje
suficiente para enfrentarse al riesgo que significa dejar su comodidad y su
posición masculina para dejarse mantener por April. Además está en conflicto
frente a la identificación con su padre que por un lado rechaza, no quiere
terminar como él, pero termina haciendo lo que hacía su padre, trabajar en la
misma empresa con el mismo disgusto que aquél, empujado en esa dirección por
las palabras de su jefe que le dice que aceptando ese nuevo cargo haría honor a
la memoria de su padre. Es inevitable que esa afirmación lo coloque en deuda y
culpa si no la paga. Atenazado entre la deuda moral con su padre –que es
representante para él de lo que tiene que ser y hacer un hombre- y el proyecto
de vida anticonvencional que le ofrece su mujer, que lo feminiza, termina
aceptando ese nuevo puesto y poco a poco va cediendo y adaptándose al
conformismo cómodo de los bienes, intentando negar cualquier anhelo de otra
forma de vivir. Pero como todo culposo deshonesto busca víctimas que le oculten
su mala fe. A quien hace depositaria de la misma es a su mujer que se siente
cada vez peor porque comprende que su marido no sólo quiere adaptarse al medio conformista
habitual, sino que además intenta convencerla de que es lo mejor para los dos. No
quiere escucharla.
April lo siente y está desgarrada porque no es
escuchada, le dice una frase muy fuerte y significativa -propia del papel de
consorte que renuncia a cualquier deseo que no sea el de querer ser madre, inclusive
de su marido- exigido como mandato patriarcal a las mujeres convencionales para
ser aceptadas como buenas mujeres:“quiero aparecer”. Ese deseo es lo que Frank
desvaloriza tratándola de fantasiosa, de mala madre por no querer conformarse a
su papel tradicional y ser feliz cuidando a sus hijos. Cuando Frank pese a los
esfuerzos por convencerla, le dice entre otras cosas que el aumento de sueldo
podría servir también para pagar una terapia para ella, terapia entendida como
un recurso para hacer que ella acepte vivir como él quiere vivir y adaptarse al
medio conformista donde viven, April queda atrapada en un abismo de
incomprensión que le niega su derecho a desear, en un momento en que ella está
embarazada nuevamente. Cuando Frank percibe que April no le apoya en su
proyecto, se enfurece diciéndole que quizá debería haber abortado a sus hijos
en vez de tenerlos y se arrepiente de inmediato, pero lo dicho hace su efecto
pernicioso porque ataca de lleno sólo uno de los aspectos de la ambivalencia
frente a la maternidad de las mujeres que pese a querer a sus hijos los sienten
como un obstáculo –real- a sus otros intereses vitales. Los hijos son
mencionados y aparecen muy poco en la película, como si esa ausencia fuera el
retorno de lo reprimido, o sea, el poco espacio subjetivo que ocupan en la vida
de ambos cuando obstaculizan otros intereses. Tanto Frank como ella tienen una
aventura erótica que parece querer llenar un vacío de valoración y estima, él
con su secretaria y ella con un vecino que era evidente que la deseaba desde
mucho tiempo atrás. Cuando Frank sabe que su mujer no lo apoya le dice que ha
tenido una aventura con otra mujer y ella le cuestiona porqué se lo cuenta, que
si es para que ella sienta celos, le asegura que le es indiferente lo que haga
porque ya no le ama. Confesión terrible para él.
Hay un matemático perturbado, a quien los
electroschoks no han logrado hacerle desistir de sus ideales, que es el único a
quien le confiaron en alguna ocasión sus ilusiones de vivir de otra manera –razón
por la que les apoya, por identificación con ellos-. Cuando se entera que ellos
no se irán a Europa, saltándose todas las convenciones de buena educación y con
una agudeza psicológica especial le dice al matrimonio lo que ellos quieren
ocultarse a sí mismos: a Frank le dice si ha dejado embarazada a su mujer
porque no quiere hacer el viaje y le pregunta si no tiene otra forma de
demostrar su hombría, a April le dice que tampoco tiene coraje para sostener su
ideal de vida y que no le gustaría ser el niño que ella espera. Escena
terriblemente angustiante para ella y que llena de furia a Frank. Es muy triste
constatar cómo los mandatos sociales dejan en una profunda soledad a quienes
disienten de ellos. No contaré el desenlace para estimular el deseo de ver esta
excelente película que desmonta cualquier ideal naif acerca del amor romántico
y que debería convertirse en una ocasión para reflexionar que dos no hacen uno
y que cuando se pretende que lo haga, alguien queda fuera de foco, y
normalmente son las mujeres las borradas. Pero sí me parece curioso un detalle
del final, que frente al discurso hipócrita y negador de la mujer que les había
vendido la casa a Frank y April, que es madre del matemático perturbado, el
marido de ésta los defiende y dado que tiene un aparato para la sordera, va
disminuyendo el volumen para no oírla. Quien tuviera esa posibilidad de hacer
oídos sordos frente a palabras necias…
CLAUDIA TRUZZOLI
c.truzzoli@gmail.com
Presidenta de la Sección Dones del COPC cuando la publicación de esta entrevista en la Revista del Colegio oficial de Psicólogos de Catalunya nº 217 de abril/mayo 2009.
c.truzzoli@gmail.com
Presidenta de la Sección Dones del COPC cuando la publicación de esta entrevista en la Revista del Colegio oficial de Psicólogos de Catalunya nº 217 de abril/mayo 2009.
Creo que la película es muy interesante, toca un tema controversial y tiene muy buenos actores, quien más me gusto fue sin duda fue Michael Shannon lo he visto actuar en Boardwalk Empire, pero fue de su papel me encanto su participación en la cinta.
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