VIOLENCIA MACHISTA,
ANTÍTESIS DE LA PARIDAD
Siguiendo
con el tema el tema de la violencia doméstica heterosexual, -eufemismo que
oculta que la violencia es machista- y centrándonos en el comportamiento de los
hombres violentos, es importante establecer un diagnóstico diferencial en lo
que respecta a lo que se considera normal. Digo que la violencia es machista
porque al margen de quien la ejercite, sea éste un hombre o una mujer, tiene en
común el afán de dominio. Y también digo que es machista porque según las
estadísticas, son mayoritariamente y de forma abrumadora, hombres quienes la
ejercen.Ciertos
hombres que se comportan de una manera violenta, no se consideran a sí mismos
violentos sino cumpliendo con un deber ser de acuerdo a los roles genéricos, o
sea, respondiendo a lo que ellos consideran que debe ser la conducta de un
hombre cuando las mujeres les ofrecen resistencia. Frases tales como
"tenía que hacerle saber quien manda", "ella tiene que
obedecerme porque yo merezco respeto", "llego a casa cansado, con
ganas de cariño y ella se niega a tener sexo", todas ellas frases que
denotan no sólo una superioridad jerárquica incuestionada sino en su extremo,
una negación de la alteridad. Toda negación de la alteridad produce violencia
porque cualquier frustración será vivida como un ataque personal. Por ejemplo,
"si ella me quiere no debería hacerme esto" cuando en realidad el
hacer o no hacer de ella puede no tener que ver con la relación con él, sino
con un deseo propio. Los varones que piensan y actúan así se muestran
enormemente fieles a imperativos de rol que no son vividos como tales sino como
una manera de ser natural. "Yo no soy violento, los hombres somos
así" es una afirmación que responde a una interiorización del maltrato a
las mujeres como algo natural y a veces justificado como algo necesario. Estos
son los hombres que la sociedad en general considera normales, excepto cuando
se pasan y agreden gravemente o matan. Estos hombres, considerados
"normales" son los que confunden también las conductas de galanteo
con el acoso sexual convirtiendo a las mujeres en objetos potencialmente
acosables o violables, porque en el fondo creen que "cuando una mujer dice
no en realidad quiere decir sí". Ideas como que "ella me
provocó", "qué hacía por la calle a esas horas de la noche",
"por qué va vestida de esa manera", "algo habrá hecho para que
la violaran" son prejuicios muy arraigados en el imaginario masculino y a
veces en el femenino. El vestirse de una manera que intente despertar el
interés erótico de un hombre no significa que eso sea sinónimo de querer ser
violada. Sólo en el imaginario masculino, tan poco proclive a matizar
diferencias subjetivas, se puede operar un reduccionismo motivacional en las
mujeres que se adapta muy bien a la proyección de las fantasías eróticas
masculinas. También es una afirmación equivocada creer que las fantasías de
violación, a veces presentes con frecuencia en el imaginario femenino son
sinónimo de querer ser violadas. Estas fantasías son en realidad una llamada
imaginaria a una figura de hombre potente capaz de despertar el deseo sexual,
pero no significa que sean la expresión de ser violadas en la realidad. No
reconocer el abismo que media entre la fantasía y la realidad es propio de la
subjetividad masculina mucho más cercana a la posibilidad de franquear ese
abismo. Posibilidad que la acerca a la perversión. La sensibilidad en las
mujeres es mucho más compleja y sin embargo, mucho más accesible de lo que una
sensibilidad machista cree, cuando se la respeta. Nada en el amor se consigue
por coacción ni por violencia. Una frase sostenida por la pedagogía negra, así
llamada a la de la letra con sangre entra, dice: “témeme, luego me amarás”. El
hombre machista toma esta afirmación como verdadera y representativa de lo que
tendría que ser su conducta con las mujeres para sujetarlas. Pero pasan por
alto un detalle importante. Las últimas estadísticas que nos hablan de las
primeras elecciones eróticas de las adolescentes, nos muestran que eligen como
pareja al compañero más bruto, más “varonil”, como primer ensayo. Esto
correspondería a la fantasía del hombre potente, que sería capaz de protegerla
contra las adversidades de la vida, pero
cuando constatan por propia experiencia que ese vínculo solo les trae
inconvenientes que les cercenan posibilidades de desarrollo de deseos propios,
dirigen su próxima elección de pareja al chico más sensible, que se muestra más
capacitado para entenderla y tratarla de manera más equilibrada, que no la
agobia con celos posesivos sin fundamento, que no la controla, que no la llama
al móvil muchísimas veces para saber qué hace, donde está, con quien habla, que
no la asfixia su necesidad de satisfacer otras necesidades aparte de la de
estar en pareja, que acepta a sus amigas y amigos, que su tiempo no sólo sea
para él, sin que eso suponga menos amor,
sino por el contrario, la posibilidad de un vínculo más saludable y
enriquecedor. Los hombres machistas no entienden esto. Y menos aún, el hecho de
que después de tantos años de estar vinculados, haya mujeres que quieren
separarse. Es que todo abuso de poder tiene un límite en la paciencia de quien
lo soporta.
Pero aún más peligrosos pueden ser aquellos que se presentan con una doble cara, en su trato social se muestran encantadores, amables, seductores, suelen ser considerados muy buenas personas, porque son hábiles manipuladores que saben como captar la simpatía ajena. pero en la intimidad suelen mostrarse fríos, calculadores del daño a provocar para conseguir la finalidad destructiva que pretenden. Suelen ser muy astutos a la hora de ocultar sus verdaderos sentimientos y se hacen pasar por víctimas de quien pretenden destruir. Logran convencer a los demás más porque saben como provocar la desestabilización en su pareja en momentos claves para que quede en evidencia, como por ejemplo cuando están a punto de recibir amigos o van a alguna reunión, elegir justamente un tema conflictivo que lsabe que la hará sentir muy mal antes de entrar a la reunión, o sea, cuando ella no puede hablar de su malestar, pero si se muestra agresiva, le sirve a su compañero de evidencia de lo mal que ella lo trata. Una inversión de la situación real, donde él queda en la sombra con su proceder maquiavélico.
CLAUDIA TRUZZOLI
quiero saber si eso tiene cura tengo un hermano goldeador
ResponderEliminarJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAAJA, quiero hablar con el hombre a cargo
ResponderEliminar