jueves, 30 de enero de 2014

LA MATERNIDAD IMPUESTA





LA MATERNIDAD IMPUESTA
 Desde el pensamiento clásico más conservador y reaccionario a toda reflexión particularizada, siempre se ha contrapuesto en la figura de la mujer, la maternidad y la sexualidad, haciendo hincapié en la maternidad como realización personal en detrimento de la sexualidad. Cuando se habla de mujer en singular, se está utilizando un criterio ontológico esencialista para definir a las mujeres, porque éstas son muy diversas, no tienen una única esencia, sus deseos no están prefigurados genéticamente ni son a-históricos ni a-culturales. No se puede hablar de identidad femenina en singular, porque cada mujer fabrica su propia identidad femenina que no responde a una uniformidad.  Por tanto, se puede afirmar sin temor a equivocarnos que el deseo de ser madre –deseo al que quieren reducir la identidad femenina los sectores más conservadores-, no es compartido por todas las mujeres. Las hay que no quieren serlo por motivos muy diversos. Y es legítimo respetarlas. Imponer una maternidad obligatoria, que es lo que resultaría de la aprobación de la reforma de la ley del aborto, es una crueldad innecesaria. Llamar asesina a una mujer que aborta es una descalificación grosera y una trampa ideológica que oculta el desprecio total por las circunstancias de los personajes que intervienen en ese embarazo no deseado. He escuchado comentarios en algunas tertulias que da vergüenza oír, cuando insultan a las mujeres que quieren abortar diciéndoles que “deberían haber pensado en las posibles consecuencias antes de pasárselo bien” (sic). Esta última afirmación requiere dos puntualizaciones importantes. Quienes así opinan, toman las relaciones sexuales como un mal necesario para fecundar y si no es así, censuran el hecho de que sean actos que se realicen por puro placer. Por una parte, ¿se supone que una mujer que queda embarazada es siempre por descuido o irresponsabilidad? ¿Existen anticonceptivos seguros al 100%?  ¿Cuándo se produce una fecundación siempre ha habido participación voluntaria y libre? Y por otra parte, ¿está mal una mujer que se lo pase bien? ¿Que disfrute de su sexualidad? ¿Dónde queda la responsabilidad del padre co-autor del hecho? Muchas mujeres con una sexualidad poco madura, con una identidad femenina insuficiente, creen encontrar en la maternidad la respuesta a sus inseguridades identitarias femeninas, hasta el punto que en esos casos la maternidad actúa como un síntoma, dado que suponen que las confirma como mujeres. En estos casos,  parafraseando a Freud podríamos decir la sombra de la madre ha caído sobre la mujer. Sombra que la oculta, la sofoca, la sigue dejando en interrogación. No quiero terminar este escrito sin señalar que nadie niega, ni siquiera las pro-abortistas, que el aborto es una experiencia muy dolorosa para cualquier mujer, que defender el derecho al aborto, es defender la libertad de elegir la conveniencia o no de ese embarazo, dependiendo de qué circunstancias lo rodean, de las personas afectadas, si es resultado de accidentes imprevistos, dado que no hay ningún anticonceptivo que sea seguro 100%, o resultado de una violación, o de malformaciones fetales o enfermedades detectables. Decir como ha dicho el ministro Gallardón que si una mujer es capaz de matar a su hijo no nacido, qué garantía habrá de que no lo haga después de nacido, es un disparate.  Señor Gallardón, sepa usted que hay casos de madres psicóticas que han asesinado a sus hijos pequeños, madres que los abandonan porque no pueden sostenerlos ni anímicamente ni materialmente y por las que nadie se preocupa por ayudar. Cuando una mujer decide libremente ser madre ha dejado de lado un fuerte deseo de ser hija. Si no es así, las frustraciones generan intereses usureros que se hacen pagar en el entorno familiar provocando en los hijos verdaderos traumas que condicionarán su vida de relación posterior. Un ejemplo de esto lo pueden ver en la reciente película, Agosto.

CLAUDIA TRUZZOLI
Psicóloga y psicoanalista
claudiatruzzoliprofesional.blogspot.com

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