AMOR, FILM DE HANEKE
Hace pocos días, he visto Amor, la última película del cineasta
Haneke. Es de un gran impacto emocional porque pone el dedo en la llaga en el
desamparo de las personas incapacitadas que quedan libradas a un cuidador/a
familiar que es quien se hace cargo del caso. En esta historia, una pareja de
ancianos, exprofesores de música y amantes de la misma, que se nos muestran
teniendo una buena relación de cariño y comunicación, sufre un accidente
inesperado que trastoca la vida de ambos. La anciana sufre un accidente
vascular que sin saber que se trataba de eso, sorprende al marido que no sabe qué
hacer hasta que solicita la ayuda médica. Resultado de la consulta, tienen que
operarla de un coágulo que ha obstruido la carótida y que le provocó un
episodio de ausencia del que ella no recuerda nada. Le previenen que los
resultados de la intervención son buenos en general pero que hay un porcentaje
que sale mal. A ella le tocó ese porcentaje bajo y quedó con un hemiplejia que
le paralizó el lado derecho de su cuerpo. El marido se hace cargo de sus
cuidados que la película nos va mostrando con detalle, así como el deterioro
progresivo de la enferma, que no pierde su lucidez. La humillación de que otros
vean su deterioro, hace que ni siquiera quiera que su hija la vea. Ésta última,
que no vive en París sino en Londres, se muestra dividida entre la angustia de
ver el estado de su madre y el no aportar soluciones prácticas que disminuyan
la sobrecarga del padre que es el único que cuida a su madre. Tal vez ese no
querer asumir el drama familiar, es que se muestra tan negadora del estado de
su madre, pues le hable con una total insensibilidad poco acorde ala
situación, de las inversiones inmobiliarias que han hecho con su marido y
parece que han perdido dinero. Su madre casi no puede hablar aunque lo intenta
y dice unas palabras a medias incomprensibles, aunque algo se escucha de una
casa de la abuela. Se podría interpretar que intenta decirle algo que le alivie
de pérdida de dinero mostrándole tal vez que podía tener un patrimonio
inmobiliario. O tal vez se trate de un delirio. Su hija llora de ver a su madre
así, intenta convencer a su padre que la deje en una residencia y él se
niega, por una promesa que le ha hecho a su mujer de no abandonarla en esas
circunstancias. La hija tampoco se ofrece a compartir los cuidados de su madre.
Hay una escena donde le reprocha a su padre que no conteste sus llamados y que
ella y su marido están muy preocupados por la situación. Él le dice a su hija
que no tiene tiempo para ocuparse de su angustia, que si quiere hablar en
serio de preocupaciones le conteste si estaría dispuesta a llevarse a su madre
a su casa para cuidarla, a lo que ella no contesta. Él se queda cada vez más
solo en los cuidados porque una asistenta que lo ayudaba ya no puede seguir y
le recomienda a otra que se muestra totalmente incompetente dado el maltrato al
que somete a su mujer. Cuando él la despide ella lo insulta. Él solo le desea
que nunca se vea en situación de ser atendida por alguien tan insensible a las
personas que no pueden defenderse. Luego tiene un sueño de angustia sonde se le
ve caminando por el departamento con los pies desnudos metidos en el agua y una
mano detrás suyo que le aferra del cuello como para asfixiarlo. Eso nos anuncia
que ya no puede más. Su mujer está cada vez peor. ¿Cuál es el desenlace?
Termina asfixiando a su mujer con una almohada mientras le acaricia la mano que
ella le tiende. Hay una metáfora posterior, la de una paloma entra
improvisamente al domicilio, él la atrapa con una manta y en vez de asfixiarla,
la libera y la suelta en la ventana. ¿Es tal vez lo que consideró como un acto
de amor hacia su mujer, asesinarla para dejar que estuviera sometida a la
humillación permanente y al deterioro cada vez más grave de su estado? ¿Cómo un
acto que salvara su dignidad cuando él la recuerda tocando el piano, dado que
ella era profesora de alumnos que llegaron a ser brillantes? ¿Es también el
cansancio de un hombre desesperado que ya no puede más sin ayuda eficaz
contener a su mujer que se niega hasta a comer y beber como expresión obstinada
de su deseo de acabar ese tormento de vida? El detalle de su marido buscando un
vestido apropiado para vestirla después de muerta, comprar flores para
que la casa oliera bien, sellar la habitación donde estaba siempre acostada e
inválida convirtiéndola en una tumba particular y familiar, el delirio
posterior de él de creer que estaba hablando con ella cuando aún estaba bien y
de que salgan a pasear juntos cuando ella aún podía cuidarlo recordándole que
se pusiera su abrigo antes de salir a la calle, nos hablan del profundo amor y
respeto a la dignidad de su mujer. La reflexión que duele y nos deja un mal
sabor de boca es la falta de implicación en el cuidado del resto de su familia,
hija y yerno, más preocupados por sus bienes materiales que por la vida de su
propia madre, como lo muestra el final de la película cuando la hija entra en
la casa desocupada y mira sus paredes con el cálculo frío de un interés
inmobiliario. Y la crueldad compartida por el estado cuando no proporciona
ayudas sociales de calidad para atender esos casos. Una película que conmueve
profundamente, que nos plantea dilemas éticos importantes y que nos anticipa el
futuro que le espera a personas vulnerables en una sociedad donde hay cada vez
más personas mayores, libradas a la falta de cuidados ya sea por estar solas o
al cuidado de un marido que ya no soporta la carga como en este caso. Una
salida masculina que ya se ha visto en otros casos en la realidad, y sin
embargo, hay que decir que no conozco casos donde la mujer asesine al marido
porque ya no puede más. Un dilema ético importante: ¿vale más que la persona
viva de cualquier manera o vale más respetar su dignidad cuando la misma no
puede poner fin a su vida, lo que haría si pudiera? La película no deja de
doler porque nos toca de cerca. Y los hechos narrados no son suficientes para
expresar la inmensa ternura que se trasmite en toda la película. Duele, nos
toca de cerca, porque pronto nosotros estaremos en una situación similar, ya
sea como incapacitados o como cuidadores. ¿Qué haremos entonces?
CLAUDIA TRUZZOLI
24 junio 2014
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