LAS VIUDAS DE LOS JUEVES
La película Las viudas de los jueves, es una adaptación de la novela del mismo título de Claudia Piñeiro. ¿Por qué viudas? ¿Y por qué los jueves? Porque ese día sus maridos jugaban a las cartas, solos,
en la casa de alguno de ellos. Casas situadas en un enclave de ensueño,
amurallado y con guardias de seguridad para aislarse y protegerse de las villas
miserias que se encuentran apenas traspasados sus muros, donde conviven los
cuatro matrimonios que protagonizan la película, intentando tener buenas
relaciones de vecindad que les permitan fabricarse la ilusión de que son como
una familia. Todo parece encantador mientras la mirada valore la lógica del
tener, ajena a cualquier otro matiz que incluyera algo de la lógica del ser. El
hilo común que une a personajes con historias particulares tan diferentes es
disfrutar del lujo de su modo de vida pero a la vez, negando el vacío y la
soledad que abruma a cada uno de ellos con distintos disfraces: cinismo,
negación del vacío, de la culpabilidad por hacerse de dinero a través de medios
deshonestos, un elogio del poder que enmascara la falta de satisfacción
profunda que los mantiene solos con su angustia.
Gustavo es
víctima de celotipias que hacen que sueñe angustiosamente con matar a su mujer
y en la vida despierta la golpea cuando presume imaginariamente que ella le es
infiel con otro de los vecinos. Ella atrapada en el amor que le tiene se cree
imprescindible para curarlo aunque le tenga mucho miedo y sufra por los golpes.
El Tano asume una conducta donjuanesca que le procura mucho éxito con las
mujeres, menos con la suya, a quien ama pero no es correspondido. Es el que se
presenta con su fachada más cínica y aparentemente menos culposa, haciendo
alegatos racionales acerca del mundo, que dado que está estructurado de tal
forma hay que elegir entre ser explotador o explotado. No entiende que él nació
en cuna de oro, como le recuerda Ronnie, en un diálogo que no tiene desperdicio,
que para mantener este sistema de cosas hace falta que la felicidad de unos se
edifique sobre la miseria de otros, que no valen salidas individuales ni
democráticas en el sentido de la igualdad de oportunidades. Argumento
ideológico tan grato al sistema de vida americano, por otra parte. La mujer del
Tano, tiene un aspecto frío y desolado, toma antidepresivos para hacer su
existencia menos dolorosa. Cuando ella y su marido hacen el amor, ese encuentro
tiene un tono absolutamente mecánico y desprovisto de toda sensualidad, con
conversaciones que sugieren que el escenario podría ser una sobremesa o charla
de café más que un encuentro erótico. Erotismo que ella intentará buscar con la
mujer de Martín. Éste está atravesando una crisis tremenda de pérdida de potencia
por la caída de poder adquisitivo dado que le han despedido de su trabajo y no
se atreve a decírselo a Lala, su mujer, que le cuestiona permanentemente su
falta de carácter y le reprocha que no asciende en su trabajo por la misma
razón. Comentarios que ponen en crisis su identidad masculina edificada sobre
el éxito y el dinero. Comentarios a los que se suma su hija desafiando
constantemente a su padre –Martín- mostrándole su impotencia, su falta de
autoridad para con ella. Resultado de este estado de cosas él sufre episodios de hipertensión que se sintomatizan
a través de hemorragias nasales y crisis de ansiedad. Una escena muy
ilustrativa y de un extremo patetismo que muestra la falta de unión entre él y
su mujer es cuando la cámara lo enfoca en una conversación que se supone que tiene
con ella, donde le dice que debería haberle dicho antes que estaba sin trabajo
pero que lo esencial es que están juntos, y cuando la cámara se desplaza hacia
el lugar donde supuestamente debería haber estado ella escuchando, se encuentra
un sillón vacío.
El único
que parece tener una cierta sensibilidad social y personal es Ronnie, quien
siente una cierta culpabilidad por vivir como vive, a costa de la miseria que
sacude el país en tiempos del corralito, que reconoce la importancia que tiene
en su vida el amor que siente hacia su hijo, que reconoce su soledad, que puede
expresar sus sentimientos, a pesar de la superficialidad del entorno que le
rodea. Superficialidad que se muestra
ganadora en una escena entre el Martín –angustiado por guardar el secreto de su
desempleo- y el Tano que al verlo así, le dice que tiene que contárselo a su
mujer pero que sea cool, un estilo
que corresponde bien a la lógica superficial y negadora de sentimientos que
corresponde a una determinada clase social que sólo aspira al tener como
reconocimiento del valor de su ser.
Los dos
únicos hijos adolescentes que aparecen en la película, llevan una existencia
bastante vacía de estímulos saludables. Una es la hija de Martín, que intenta
escapar del vacío a través del consumo de droga, que a su vez vende a otros
adolescentes del mismo entorno intramuros. Droga que le es proporcionada por el
guardia de seguridad del country. No
hay ninguna comunicación ni espacio personal para ella dentro del ámbito
familiar. Su madre, Lala, esposa de Martín, sueña con llenar su vacío con algún
hombre que le haga sentir viva y ésa parece ser su única aspiración además de
exigir a su marido que gane más dinero y sea más agresivo. Martín es el único
que intenta poner algún límite a su hija adolescente, pero como ésta asume el
discurso descalificador de su madre con respecto a su marido, desprecia a su
padre, lo desafía a que pruebe que puede impedirle algo, repitiendo las
críticas-reproches que lo descalifican como hombre por no responder al modelo
del ejecutivo triunfador agresivo. Él, que comparte la misma valoración de modelo de masculinidad clásico de una clase
social privilegiada, se queda paralizado y no puede reaccionar, permitiendo a
la hija que haga lo que quiera, aún sabiendo que está coqueteando con drogas.
El otro
hijo adolescente es de Ronnie, quien también está en paro desde bastante tiempo pero es el único que tiene
una sensibilidad social más acusada, un sentido crítico que le hace sentir
cierta distonía con respecto a su forma de vivir en el country, una forma de ser alternativa a la masculinidad tradicional
que se pone de manifiesto cuando su mujer le reprocha que es la única que trae
dinero a casa –puesto que ella se gana la vida vendiendo propiedades dentro del country- y él le responde con un gran sentido del humor que puesto
que durante muchos años él ha soportado los inconvenientes de su género, no le
viene mal a ella soportar los del suyo. Sentido del humor unido a sensibilidad
social y también personal que le permiten manifestarse más comunicativo y
humano al expresarle a su hijo que le quiere, hacen posible que este personaje
se salve de la destrucción personal que terminará con el suicidio de los otros
tres. Y también que su hijo les pida que se vayan de ese lugar donde viven. Hay
una escena familiar muy graciosa donde Ronnie y su mujer están conversando
acerca de dinero y como su hijo se aburre, pide levantarse de la mesa. Su madre
le contesta que se quede, que no saben nada de él, que se implique, que
participe. Por una parte lo incita a hablar de lo que le preocupa, pero cuando
él lo hace, el tema no gusta a su madre porque cuenta una anécdota relacionada
con la sexualidad –preocupación más que monotemática para un adolescente-. Es
triste la ceguera que manifiesta con el hijo cuando le reprocha su manera de
vivir, diciéndole que no entiende porqué es así si tiene todo lo que le hace
falta. La incongruencia es cuando señala el afecto, porque es evidente que las
preocupaciones del hijo no tienen espacio si no coinciden con lo que les
preocupa a los padres.
La película
comienza con una escena donde se ve a tres hombres muertos flotando dentro de
una piscina. Más tarde se sabrá que se trataba de un suicidio. Suicidio
anunciado por el más cínico de ellos en una escena donde comienza una
disertación aparentemente filosófica acerca de la muerte, para sugerir a los
otros la idea suicida –un accidente eléctrico en la piscina por la caída al
agua del aparato de música mientras ellos nadan,- que les permitiría cobrar a
sus mujeres una cuantía de dinero importante gracias al seguro de vida.
Discurso que los otros escuchan y secundan a juzgar por la consecuencia que
provoca: los tres mueren electrocutados en la piscina. Se salva Ronnie, el más
sensible, que si bien se alerta por la conversación, se detiene a preguntarles
si es una broma lo que están diciendo, quiere creer que lo es y se retira a su
casa a descansar. Evidentemente, no es casual que se salve él porque es el
único que parece no ser víctima de un discurso triunfalista y a pesar de las
contradicciones entre sus ideas y su modo de vivir, mantiene viva la lógica del
ser que le permite valorar el amor a su mujer, a su hijo, la compasión por la
gente expoliada de sus ahorros por el famoso corralito argentino, cuando ve las
imágenes de desesperación de la multitud que protesta frente a los bancos por
no poder acceder a sus ahorros. Medida que se convirtió en pérdida de los
mismos. Robo ejecutado por el gobierno. Esto motiva una conversación con el Tano
en una escena anterior al desenlace, donde Ronnie le expone su reserva moral frente
al modo de vida que estaban llevando, diciéndole que la riqueza de ellos se
sustentaba con la miseria de otros. Argumento al que el cínico Tano responde
que pasada cierta edad nadie sobrevive sin culpa. Sin embargo, que a este personaje cínico se
le haya ocurrido la idea de suicidarse junto con los demás, no sólo es
resultado de una lógica coherente con el tener, porque quiere asegurar un bienestar
a su mujer por cobrar el dinero del seguro de vida frente a un sistema
económico que se desmorona amenazando la continuidad de su nivel de vida
confortable. También es resultado de la humillación que le supuso ser rechazado
por ella públicamente cuando asistió al funeral de una residente del country con quien había negociado
prestarle dinero anticipado a cuenta de la totalidad de su seguro de vida. Cuestionado
públicamente por habérsele pedido que se retirara del lugar, él reaccionó con rabia diciéndoles que los privilegios de
su modo de vida no venían de la nada, cuestionándoles
que querían ser excepcionales, poderosos, disfrutar de un bienestar económico
pero sin ensuciarse las manos en cómo adquirir el dinero que les permitía
hacerlo. En esa misma escena, pretendió retirarse con su mujer pero ésta se
resistió con un gesto de desprecio y se fue sola. Más tarde se encerró en la
habitación de matrimonio, impidiéndole el acceso a su marido. Es la primera vez
que Tano se entera de que su mujer le cuestiona moralmente, no le quiere y eso
lo derrumba.
La ironía
de la película es que muestra que las mujeres de estos hombres, excepto la de Ronnie, aunque
aparentemente no participen de la misma lógica, también están atrapadas en el
mismo engranaje perverso. Cuando Ronnie, movido por una intensa culpabilidad,
les dice que las muertes de los otros no han sido por accidente sino que ha
sido un suicidio, mujer del Tano le reprocha que les diga eso, que sus hijos no
pueden pensar que sus padres se han suicidado, para finalmente decirle que si
lo que él pretende es que no cobren el seguro de vida y pregunta abiertamente si
es que él ha hecho algún arreglo con el seguro para negociar quedarse con parte
del dinero que se les debe a ellas, dado que saben que él hace tiempo que tiene
dificultades económicas. Reacción que motiva el estupor de Ronnie y la
indignación de su mujer que las echa de su casa.
Si hay
algún mensaje saludable en esta película es que muestra que al final, los que
se salvan son los menos adictos a un modo de vida suicida, porque quien empeña
su vida en el logro de un bienestar a cualquier precio, olvidándose de atender
aquellos aspectos sensibles que sostienen la vida emocional, está condenado a padecer
una sensación irrecuperable de vacío cuando se da cuenta que su vida pasó por su
lado sin tocarlo y no pudo disfrutar de aquello que creía equivocadamente que
los bienes materiales por sí solos le procurarían.
CLAUDIA TRUZZOLI
Presidenta de la Sección
Dones del Copc en el momento de esta publicación en la Revista (numero 224) del
Colegio Oficial de psicólogos de Cataluña de junio/julio del 2010.
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