GABRIELLE
Una película de Patrice Chéreau protagonizada por Isabelle Huppert y Pascal Greggory que narra la historia de un matrimonio que podríamos denominar prototípico de una alianza entre una mujer con características propias de una subjetividad que responde a la seducción y un hombre con estructura obsesiva, cuyo discurso muestra al desnudo, lo que mueve el deseo en ambos personajes y su desencuentro consecuente. Ella como buena estructura seductora es singularmente aguda en su percepción de la verdad en lo que concierne al deseo. Él, como buen obsesivo, se hace el muerto para no enterarse de esa otra dimensión que puede emerger sin control ninguno, cosa que él detesta porque quiere que nada escape a su control, por eso llega a decir en un momento que la emoción le parece repugnante.
Frases extraídas de la película:
(Cuando reflexiona porqué eligió a su mujer para casarse)
Frases extraídas de la película:
(Cuando reflexiona porqué eligió a su mujer para casarse)
En mi opinión se aburría en su casa y me resultó tan conforme a mis ideas, que enseguida sucumbí a sus encantos. Todos mis amigos me dijeron que estaba demasiado enamorado." "Pienso que todo hombre se enamora una auténtica primera vez en su vida y aquella era la primera vez. Antes había sido una idea fastidiosa y rígidamente rechazada."
"Tras casarnos nuestro círculo de relaciones creció..."
"Todos los hombres y mujeres temen el sobresalto más que..."
"Contemplo a mi esposa con ese rostro apacible, es posible que hoy esté más pálida que otras veces, pero la palidez es uno de sus mayores atractivos, me siento orgulloso de cómo es, ya era así cuando la conocí, inmutable, tiene la misma impasividad, la misma sonrisa."
"Confío plenamente en Gabrielle, ella no miente, no es infiel, conozco sus pensamientos más secretos, conozco sus sueños."
"Ella dice a uno de los invitados a la cena: Qué es lo que Gabrielle no hace? Pienso que no es preciso conocerse para disfrutar del placer de estar juntos. Jean (su marido) es mi mejor amigo y eso es suficiente, yo disfruto de su compañía y ustedes también. Es idealista, sentimental y furibundo."
Él dice: La amo como un coleccionista ama un objeto de su colección, aquél cuya posesión significa el sentido último de su existencia"
"Con el tiempo nos ponemos de acuerdo en todas las cuestiones prácticas. No tenemos intimidad, no la necesitamos. Mi deseo se ha calmado, se ha convertido en un hábito. Dos mesillas de noche y dos camas separadas y Gabrielle duerme en una de ellas. Y a mi muerte, que Gabrielle descanse junto a mí."
Después de saber que ella le ha sido infiel, él le dice: Yo no tengo la culpa de lo que ha sucedido. Nada hay de irreparable. Resumiendo, te perdono."
Ella se echa a reír estrepitosamente y le dice: "Estabas muy seguro cuando me conociste. Yo también lo estaba. Luego me dejaste sola. Yo tardé un tiempo en ver que estaba sola."
Él: "¿Así que me traicionaste por decepción? ¿Lo sabe acaso ese hombre?"
Ella: "Sin ti ese hombre no existe. Es la vida contigo la que me llevó a él. Hasta pensé que seguía tus órdenes. Hasta pensé que tú lo habías elegido. Creí tener derecho a conocer el amor, al menos una vez en la vida."
Él: "Siento asco de mí mismo, la emoción es repugnante. Tú me amaste ¿no? Dímelo."
Ella: "Hace mucho tiempo. Ya te lo he dicho."
Estas frases muestran de una manera muy clara, el desencuentro de deseos de él y de ella. Desencuentro del que él ni se percata sumergido como está en un imaginario que le hace construir una imagen de su mujer a la medida de su deseo sin confrontarla con la realidad. Él cree conocerla, saber de sus pensamientos más íntimos, incluso acerca de sus sueños, pero en la película se ve la frialdad y la distancia de ella en nada coinciden con lo que él imagina que su esposa siente. Está absolutamente convencido que ella le pertenece, como un objeto de su colección tal como expresa en una frase significativa. Su mundo es un mundo muerto, de coleccionista, que ama la belleza estática, todo lo que él puede controlar, todo aquello que no lo perturbe, correspondiendo exactamente a la idea del obsesivo, que se hace el muerto para no enterarse de su deseo. Incluso su misma boda con ella estuvo calculada por la conveniencia de él de asegurarse una mujer que respondiera a sus criterios imaginarios y con la fantasía de rescatarla de su aburrimiento. En las fiestas que él ofrece en su mansión, donde reciben a muchos personajes de la sociedad que frecuentan, la imagen de frivolidad es la que impera en sus invitados, incluso en la misma esposa que responde con absoluta frialdad a comentarios. Él interpreta esa frialdad como un rasgo de imperturbabilidad de ella, que lo asemeja a control y la admira por eso. No le resulta sintomático a él que no tengan intimidad física, cosa que a él le viene de perillas, pero ni por un momento es capaz de imaginar que su mujer puede sentir diferente , o puede desear esa intimidad aunque él no la satisfaga. La encierra dentro de su propio narcisismo y está lejos de considerar que ella puede tener un deseo propio que no lo incumba a él.
En realidad lo que a ella le sucede es que se aburre mortalmente. Un día su marido, al llegar a casa, descubre que ella no está y ve una carta escrita por ella y dirigida a él donde le dice que se fue con otro hombre y que lo deja. Todo la construcción obsesiva de él, de un mundo propio donde ella encajaba como un objeto más de su posesión, y que daba sentido a su vida, se derrumba. Ella vuelve al día siguiente a la mansión. Él tan convencido está de sus propias razones y como cree conocerla, sin dar lugar a que ella se explique, le dice que la perdona, hace una serie de interpretaciones de la conducta de ella que sigue sin hablar pero muy pálida, quien sigue callada hasta que no puede más y estalla con una risa nerviosa que lo descoloca a él. Quiere saber con quien se fue, cual era el hombre con quien le fue infiel y se queda espantado al descubrir que era un personaje que consideraba muy vulgar y hasta cierto punto el polo opuesto a él mismo, por su sensualidad y por hacer de ella una razón de vivir. Eso justamente es lo que a ella le seduce. Le dice al marido que quería conocer el amor aunque más no fuera por una vez en su vida, con lo cual está diciendo sin decirlo, que no estaba enamorada de su marido, ni lo estuvo nunca. Golpe fatal para él. En una escena, al borde de una escalera, fuerza a su mujer a tener una relación que ella se resiste pero no puede con él, hay otra frase muy esclarecedora que ella le dice a su marido, que en realidad ese otro hombre sólo existió gracias a él, hasta tal punto que ella creyó que su marido lo había elegido para que ella le fuera infiel con él. Interesante reflexión, a tener en cuenta cuando se trata de una infidelidad en una pareja, hasta qué punto el perjudicado tiene alguna relación causal con el acto infiel. ¿Qué carencias, qué fragilidades no estaban contempladas en ese escenario perfecto que se había imaginado que era su relación? La ocasión de aprender de ese suceso se desperdició porque él no quiso ni pudo escuchar las razones de ella. Esa imposibilidad de pactar con las diferencias, de tratar de enriquecerse con otro universo diferente, le hizo abandonarla y desaparecer dejándole todas sus riquezas materiales. No es necesario preguntarse quién perdió más en este desencuentro.
"Tras casarnos nuestro círculo de relaciones creció..."
"Todos los hombres y mujeres temen el sobresalto más que..."
"Contemplo a mi esposa con ese rostro apacible, es posible que hoy esté más pálida que otras veces, pero la palidez es uno de sus mayores atractivos, me siento orgulloso de cómo es, ya era así cuando la conocí, inmutable, tiene la misma impasividad, la misma sonrisa."
"Confío plenamente en Gabrielle, ella no miente, no es infiel, conozco sus pensamientos más secretos, conozco sus sueños."
"Ella dice a uno de los invitados a la cena: Qué es lo que Gabrielle no hace? Pienso que no es preciso conocerse para disfrutar del placer de estar juntos. Jean (su marido) es mi mejor amigo y eso es suficiente, yo disfruto de su compañía y ustedes también. Es idealista, sentimental y furibundo."
Él dice: La amo como un coleccionista ama un objeto de su colección, aquél cuya posesión significa el sentido último de su existencia"
"Con el tiempo nos ponemos de acuerdo en todas las cuestiones prácticas. No tenemos intimidad, no la necesitamos. Mi deseo se ha calmado, se ha convertido en un hábito. Dos mesillas de noche y dos camas separadas y Gabrielle duerme en una de ellas. Y a mi muerte, que Gabrielle descanse junto a mí."
Después de saber que ella le ha sido infiel, él le dice: Yo no tengo la culpa de lo que ha sucedido. Nada hay de irreparable. Resumiendo, te perdono."
Ella se echa a reír estrepitosamente y le dice: "Estabas muy seguro cuando me conociste. Yo también lo estaba. Luego me dejaste sola. Yo tardé un tiempo en ver que estaba sola."
Él: "¿Así que me traicionaste por decepción? ¿Lo sabe acaso ese hombre?"
Ella: "Sin ti ese hombre no existe. Es la vida contigo la que me llevó a él. Hasta pensé que seguía tus órdenes. Hasta pensé que tú lo habías elegido. Creí tener derecho a conocer el amor, al menos una vez en la vida."
Él: "Siento asco de mí mismo, la emoción es repugnante. Tú me amaste ¿no? Dímelo."
Ella: "Hace mucho tiempo. Ya te lo he dicho."
Estas frases muestran de una manera muy clara, el desencuentro de deseos de él y de ella. Desencuentro del que él ni se percata sumergido como está en un imaginario que le hace construir una imagen de su mujer a la medida de su deseo sin confrontarla con la realidad. Él cree conocerla, saber de sus pensamientos más íntimos, incluso acerca de sus sueños, pero en la película se ve la frialdad y la distancia de ella en nada coinciden con lo que él imagina que su esposa siente. Está absolutamente convencido que ella le pertenece, como un objeto de su colección tal como expresa en una frase significativa. Su mundo es un mundo muerto, de coleccionista, que ama la belleza estática, todo lo que él puede controlar, todo aquello que no lo perturbe, correspondiendo exactamente a la idea del obsesivo, que se hace el muerto para no enterarse de su deseo. Incluso su misma boda con ella estuvo calculada por la conveniencia de él de asegurarse una mujer que respondiera a sus criterios imaginarios y con la fantasía de rescatarla de su aburrimiento. En las fiestas que él ofrece en su mansión, donde reciben a muchos personajes de la sociedad que frecuentan, la imagen de frivolidad es la que impera en sus invitados, incluso en la misma esposa que responde con absoluta frialdad a comentarios. Él interpreta esa frialdad como un rasgo de imperturbabilidad de ella, que lo asemeja a control y la admira por eso. No le resulta sintomático a él que no tengan intimidad física, cosa que a él le viene de perillas, pero ni por un momento es capaz de imaginar que su mujer puede sentir diferente , o puede desear esa intimidad aunque él no la satisfaga. La encierra dentro de su propio narcisismo y está lejos de considerar que ella puede tener un deseo propio que no lo incumba a él.
En realidad lo que a ella le sucede es que se aburre mortalmente. Un día su marido, al llegar a casa, descubre que ella no está y ve una carta escrita por ella y dirigida a él donde le dice que se fue con otro hombre y que lo deja. Todo la construcción obsesiva de él, de un mundo propio donde ella encajaba como un objeto más de su posesión, y que daba sentido a su vida, se derrumba. Ella vuelve al día siguiente a la mansión. Él tan convencido está de sus propias razones y como cree conocerla, sin dar lugar a que ella se explique, le dice que la perdona, hace una serie de interpretaciones de la conducta de ella que sigue sin hablar pero muy pálida, quien sigue callada hasta que no puede más y estalla con una risa nerviosa que lo descoloca a él. Quiere saber con quien se fue, cual era el hombre con quien le fue infiel y se queda espantado al descubrir que era un personaje que consideraba muy vulgar y hasta cierto punto el polo opuesto a él mismo, por su sensualidad y por hacer de ella una razón de vivir. Eso justamente es lo que a ella le seduce. Le dice al marido que quería conocer el amor aunque más no fuera por una vez en su vida, con lo cual está diciendo sin decirlo, que no estaba enamorada de su marido, ni lo estuvo nunca. Golpe fatal para él. En una escena, al borde de una escalera, fuerza a su mujer a tener una relación que ella se resiste pero no puede con él, hay otra frase muy esclarecedora que ella le dice a su marido, que en realidad ese otro hombre sólo existió gracias a él, hasta tal punto que ella creyó que su marido lo había elegido para que ella le fuera infiel con él. Interesante reflexión, a tener en cuenta cuando se trata de una infidelidad en una pareja, hasta qué punto el perjudicado tiene alguna relación causal con el acto infiel. ¿Qué carencias, qué fragilidades no estaban contempladas en ese escenario perfecto que se había imaginado que era su relación? La ocasión de aprender de ese suceso se desperdició porque él no quiso ni pudo escuchar las razones de ella. Esa imposibilidad de pactar con las diferencias, de tratar de enriquecerse con otro universo diferente, le hizo abandonarla y desaparecer dejándole todas sus riquezas materiales. No es necesario preguntarse quién perdió más en este desencuentro.