LUCES
Y SOMBRAS DE LA CUSTODIA COMPARTIDA
La
custodia compartida es una solución pensada en principio para que
las parejas separadas puedan tener una relación más fluida con sus
hijos e hijas. El problema no está en el concepto sino en cómo se
materializa en la práctica, lo que obliga a revisar si esa decisión
supone un beneficio para los menores o una ventaja para alguno de los
progenitores. La custodia compartida es más utópica que idónea en
algunos de los casos que vamos a revisar y difícilmente será eficaz
sin la voluntad de ambos progenitores. Cualquier decisión contra
esta realidad se parecerá más a una decisión salomónica que a una
decisión justa y supondrá el sacrificio de los hijos e hijas a
quienes se impone un reparto similar, que nada tiene que ver con la
igualdad. Ésta no se impone por decreto, de la misma manera que la
maternidad y la paternidad más allá de su referencia biológica se
deben demostrar en el ejercicio de una función que se basa en la
responsabilidad, el cuidado y los afectos hacia los hijos. Más que
exigir la custodia compartida para preservar los derechos de la
paternidad, se debe ejercer una paternidad responsable para luego
pedir la custodia compartida que será consecuente con un
comportamiento previo y que contará con el consenso de las parejas
como se observa en la mayoría de las separaciones donde la mayoría
de las decisiones sobre custodia se deciden de mutuo acuerdo.
Un
informe del que son autores cuatro especialistas franceses en
psiquiatría infantil, citado por una asociación que se llama
Custodia en
positivo ,
advierte de la situación de alto riesgo psicológico que presenta la
residencia alterna en niños menores de seis años y dice:
La ley del 4 de marzo de 2002 relativa a la patria potestad, en
principio se ha hecho para permitir que los padres tengan un papel
más importante junto a su hijo, lo que es necesario, justo y
deseable para su desarrollo emocional. La intención legislativa es
favorecer que el niño mantenga el contacto regular con ambos
progenitores.
Pero este texto no diferencia entre las necesidades de un bebé y las
de un adolescente. Estos psiquiatras han estudiado 150 casos de niños
menores de seis años que tienen trastornos psicológicos debido a la
residencia alterna o residencia equivalente (división de tiempos).
Comunica
ese informe la aparición de uno o más de los siguientes síntomas:
sensación
de inseguridad con ansiedad provocada por una sensación de abandono
porque no soportan el alejamiento de la madre y piden estar en
contacto con ella.
Sentimiento
depresivo con la mirada perdida durante varias horas.
Trastornos
del sueño.
Eccemas
Pérdida
de confianza en los adultos, especialmente en el padre, cuya visión
provoca una reacción de rechazo.
Estos
problemas pueden prolongarse hasta la adolescencia y se encuentran en
la edad adulta, bajo la forma de ansiedad y depresión crónicas.
Estos efectos se pueden extrapolar a muchos estudios de niños que
han sido separados de sus madres en otros contextos. Por otra parte,
en psicología conocemos el síndrome del marasmo en casos de niños
muy pequeños que han tenido que sufrir hospitalización durante
períodos prolongados, separados de sus madres. Incluso más allá de
los seis años, en niños de siete u ocho años, con residencia
alterna por decisión judicial, se observó un comportamiento de
control exacerbado, manifiesto en un rechazo a mantener el ritmo
propuesto por los padres y la escuela, como si estos niños se
rebelaran contra un ritmo marcado por el exterior.
También
se han observado los síntomas antes mencionados con el régimen de
residencia equivalente, que se adopta para evitar largas separaciones
del niño con la madre, por el que se le da al padre un tiempo
equivalente al que tiene la madre para estar con su hijo. Esto tiene
un inconveniente, que se parte al niño, quien tiene que sufrir
varios cambios de residencia en una misma semana. También cuando el
derecho de residencia incluye grandes fines de semana, desde viernes
por la mañana hasta domingo o lunes por la mañana, o mitad de las
vacaciones escolares.
En
bebés muy pequeños por ejemplo, en épocas de lactancia, los
vínculos con la madre deben ser protegidos para permitir al niño,
poco a poco, salir de la casi fusión que se produce con el embarazo
y de la relación privilegiada, sin duda genética, que el niño
establece con su madre y que se continúa en la lactancia.
Si bien existen grandes variaciones individuales en las habilidades
de memoria de los niños, no hay que olvidar que un
niño menor de dos años no puede mantener la imagen de su madre más
que por un tiempo limitado, a partir del cual tienen el sentimiento
de haberla perdido. Por lo tanto, es aconsejable ser prudentes en
beneficio del menor.
Los síntomas mencionados también se han producido en situaciones
donde ambos padres estaban de acuerdo con la residencia alterna y
desaparecieron una vez que los padres aceptaron que el alojamiento en
casa del padre se estableciese en forma más progresiva. Lo cual
significa que los
trastornos pueden producirse aún en ausencia de conflictividad entre
la pareja, si bien se potencian con la conflictividad, y está
ligados directamente con la separación prolongada de la madre. Una
situación en la que está absolutamente contraindicada no sólo la
residencia alterna sino el contacto no vigilado con el padre en los
casos de violencia doméstica. No respetar esta circunstancia provoca
síntomas terribles en el niño, pérdida de peso, desórdenes
psíquicos al límite de la incoherencia, angustia, congelación de
sentimientos cuando está con el padre y los expresa cuando vuelve
con la madre.
Hay
padres, que se decantan cada vez más por la imposición de la
residencia alterna nada más producirse la separación y hasta que
ésta sea revisada pueden pasar varios meses. Se
han dado casos de solicitudes de residencia alterna para un bebé de
23 días y otro caso la ha obtenido para un bebé de cinco meses.
Esto significa que la ley, si bien parte de un principio que es
razonable, como es el de asegurar que los dos padres obtengan el
mismo espacio y tiempo para la crianza de su hijo, todo pensando en
el bienestar del menor, en la práctica, por falta de especificidad
en el estudio de los casos presentados, da lugar a un sufrimiento muy
grave para los niños pequeños.
Cuando estos niños son tratados por un terapeuta, el niño no logra
entender porqué el terapeuta que ha comprendido que ésa no es la
situación que le conviene, no logra cambiar la situación y se lo
aprecia como cómplice del sistema.
En
Estados Unidos, dos destacados investigadores
investigando a 145 niños de 12 a 20 meses y ampliado a niños de 24
a 30 meses, demuestran que dos tercios de los niños de padres
divorciados que pasan regularmente una o más noches en casa del
padre, tienen comportamientos que reflejan un estilo de apego más
inseguro que los que no pasan noches con su padre o los hijos de
padres no divorciados. Este tipo de apego tiene manifestaciones de
hipervigilancia, acaparamiento, agresividad durante días o semanas,
hipersensibilidad a cualquier separación potencial o real de la
madre. No consiguen estar bien ni en el momento de la separación ni
en el del reencuentro y creen que sus padres no son capaces de
ayudarlos.
Kaplan
y Pruett (1999) hacen hincapié en que el
niño no tiene el mismo sentido del tiempo que un adulto, un día de
separación puede ser el equivalente de varias semanas para un
adulto, razón por la cual es importante que los cambios en el
entorno del niño sean moderados.
Los
tribunales y también los padres tienen que aceptar que el divorcio
crea, al menos temporalmente, una situación en que el interés
superior del niño, no es sinónimo de ser justos con ambos padres.
Del estudio de estos dos investigadores se desprende que el hijo que
pasa noches en casa del padre no revierte ninguna ventaja a la
calidad del vínculo padre-hijo. Por
mi parte agrego que ésta depende de cada padre, de su capacidad de
darse cuenta de las necesidades de su hijo y sobre todo, de no
imponerle su presencia contra su voluntad, sino ser capaz de entender
sus necesidades y tratar en todo caso de ganárselo con actitudes
generosas hacia él. Los profesionales y los padres sensibles tienen
que reconocer las señales de alarma en un niño pequeño cuando es
incapaz de adaptarse al tipo de custodia establecido.
Hay una comunicación del Ministerio de Justicia del Gobierno
Federal Canadiense dirigido a los padres divorciados Porque
la vida continúa
que hace hincapié en la sensibilidad de los niños menores de dos
años a la discontinuidad y al conflicto, a la separación del
progenitor que le proporciona cuidados con más frecuencia.
Yvon
Gauthier, profesor de psiquiatría infantil en la Universidad de
Montreal dice que es esencial preservar la relación de apego
primaria que se ha desarrollado en los niños con la madre y a la vez
mantener un contacto regular con el padre, pero que no
se debe dividir al niño en dos para satisfacer las necesidades de
los padres porque para el niño es profundamente perturbador pasar
constantemente de una figura parental a otra residiendo en casa
diferentes en función de los días.
Ante la imposibilidad de la presencia conjunta de los dos padres, es
importante que el niño encuentre estabilidad con uno de ellos no
sólo en el contacto con él sino en el espacio donde desarrolla sus
tareas cotidianas. Italia
no establece residencia alterna para niños pequeños. Suiza se opone
mayoritariamente.
Todas
estas cuestiones nos obligan a repensar los reclamos de los padres en
términos de igualdad. El papel del padre si bien tiene un rol
importante en la vida de un bebé, no puede ser equivalente al de la
madre. No
se puede confundir la igualdad ante la ley en términos de patria
potestad con la misma igualdad a nivel del desarrollo temprano del
niño. El argumento según el cual hay que poner en igual posición
al padre lo antes posible para evitar que las madres posesivas
ejerzan un control desmesurado en sus hijos, va en contra de lo que
sabemos sobre
el
desarrollo psíquico precoz: un niño pequeño no puede ser autónomo
salvo que tenga la certeza de que no va a perder la relación con su
madre cuando haya cierta distancia con respecto a ella. Si ese no es
el caso, se siente mal por tener que alejarse y se apega más a ella.
Un
autor sueco, Lamb, uno de los más conocidos especialistas en el
estudio de la relación padre-hijo, en 1983, demostró que los niños
suecos con padres divorciados, que reciben cuidados mayoritariamente
por parte del padre, muestran una preferencia por su madre en
situaciones extrañas o inquietantes, como la presencia de un
visitante desconocido en el rango de edad que va de los ocho a los
dieciséis meses.
Es el mismo comportamiento en las familias en que la madre es la
principal cuidadora. Lo cual significa que si bien el padre puede
tener una posición de figura de apego, el niño prefiere la base de
seguridad materna en caso de angustia o ansiedad. ¿Cómo se explican
estos hechos? Posiblemente por la casi fusión que se produce entre
la madre y el niño durante el embarazo. Se ha demostrado que el
feto reacciona a los estados emocionales de la madre. El recién
nacido es capaz de reconocer la voz de su madre entre otras voces de
mujeres, pero no la de su padre entre otras voces de hombres. Desde
que tiene tres días un bebé nota la diferencia entre el olor del
pecho o del cuello de su madre entre otras mujeres.
Por eso es importante que en caso de separación o divorcio de los
padres, se respete esta circunstancia evolutiva del bebé y no
se perturbe su desarrollo con la imposición de una residencia
alterna que aleje al bebé de su madre cuando aún no está preparado
para soportar esa separación, porque entonces se produciría un
apego perturbado.
Llevar a los niños a la guardería no produce el mismo resultado,
porque este hecho presenta una discontinuidad sobre un fondo de
continuidad, que no respeta la residencia alterna. Se agrava la
situación cuando un padre se opone a que el niño tenga contacto con
la madre mientras está en su casa, lo que significa que el niño
siente que pierde a su madre cuando va la otra casa y potencia los
efectos negativos de la base de seguridad. Para sostener una
coparentalidad sana, sería preciso que ambos padres soliciten un
horario flexible. El
problema es que cuando los jueces han ordenado una residencia alterna
en forma definitiva, presentando los niños los síntomas descritos
anteriormente, no los han interpretado como resultado de la
residencia alterna, sino debidos a la ansiedad de la madre.
De todas maneras es imposible que una madre no esté ansiosa cuando
su hijo está padeciendo un sufrimiento psicológico. Evidentemente
si
la madre o el padre no tienen capacidad educativa suficiente o una
buen equilibrio emocional, no se debe conceder una compartida al
progenitor que padezca un trastorno de personalidad
importante
como depresión, delirio grave, abuso de sustancias, debiendo
confiarse la custodia a aquél progenitor que esté mejor.
Para
tener en cuenta el desarrollo temprano del niño, Brazenton y
Greenspan, dos investigadores y psicólogos clínicos conocidos
mundialmente por sus trabajos sobre el desarrollo psicológico de la
primera infancia, han establecido un calendario
para encuadrar el ritmo de los contactos del bebé con la madre si
ésta es la responsable de los primeros cuidados o del padre si el
caso es al revés. Calendario que será flexible en función de la
conflictividad de la pareja y de la capacidad del niño para tolerar
el cambio.
Este calendario establece:
De
0 a un año, el niño podría ver a su padre dos o tres veces por
semana, cada vez durante medio día en casa del mismo sin pernocta
nocturna. Dos de estos medios días se podrían concentrar en un día
completo.
De
uno a tres años, tres medios días. Cuando el niño está
familiarizado con la casa paterna, se podría añadir una sola noche
en la semana, sin separación de la madre que supere un día y
medio.
De
tres a seis años, el alojamiento en la casa paterna puede ser de
dos días con dos noches, cada quince días y un medio día durante
la semana. La mitad de las vacaciones escolares que no deberán
exceder de quince días consecutivos en casa del padre a condición
de mantener los contactos suficientes y no intrusivos con el otro
progenitor.
A
partir de los seis años, los niños son más capaces de expresar lo
que sienten, de apartar más los conflictos entre sus padres de su
propia vida.
Sin
embargo, un número grande de casos de niños de 6 a 10 años,
muestra que la residencia alterna es más un deseo de los padres que
la necesidad que tienen los niños, que expresan su desacuerdo con
este tipo de custodia por el sufrimiento que les produce.
Sería deseable entonces que al niño lo escuchara el magistrado y
un especialista en primera infancia y una investigación a nivel
nacional sobre el desarrollo psicológico de los niños pequeños
afectados por la separación de sus padres en función de la medida
de custodia propuesta y del nivel del conflicto parental.
En
nuestro país, paradójicamente las asociaciones de hombres separados
que son más críticas con la igualdad de sexos, son las que más
reclaman la custodia compartida justamente en nombre de la igualdad.
Esas mismas asociaciones hablan de denuncias falsas, existencia del
síndrome de alienación parental, violencia de las mujeres hacia los
hombres en la misma proporción que la que ellos ejercen sobre ellas,
presentan la ley Integral o las medidas que promocionan la igualdad
como un ataque a los hombres.
El mismo Miguel Lorente, médico forense y delegado del gobierno
anterior para la Violencia de Género, dependiente del ahora extinto
Ministerio de Igualdad, ha sido acusado e insultado por estas
asociaciones como un oportunista por defender la igualdad. Hay una
carta
abierta de Carlos Carnicero, presidente del Colegio General de la
Abogacía Española, que dice que no se puede identificar como se
viene haciendo, denuncias falsas con desistimientos, archivos o
absoluciones por falta de pruebas. Hay un número importante de casos
donde la víctima desiste
de la denuncia pero éstas se encuentran en un entramado de
relaciones familiares, sociales y económicas que las hacen
especialmente
vulnerables a presiones desde el exterior y a sus propias dudas sobre
la conveniencia de mantener la denuncia. La realidad es que las
acusaciones falsas cuando lo son, no son más frecuentes en casos de
divorcio o disputas por custodia que en otros casos, constituyendo el
6% de las denuncias en casos de abusos sexuales. Entre las denuncias
falsas interpuestas hay un 21% de padres que las hacen frente a un
1,3% de las madres.
LOS
PRE-TEXTOS DEL SAP
El
síndrome de alienación parental (SAP) es un concepto creado por
Gardner que supone que cada vez que un hijo o hija no quiera estar o
ver a su padre es porque ha sido alienado por la madre para
predisponerlo en contra del padre, gracias a una campaña de
denigración de éste. En adelante tomaré la descripción que traen
a colación Sonia Vaccaro y Consuelo Barea en su libro El
pretendido Síndrome de Alienación Parental
de la serie de síntomas
primarios utilizada por Gardner para diagnosticar SAP.
Éstos son:
Campaña
de denigración en la que el niño manifiesta odio hacia el
progenitor no custodio.
Débiles
justificaciones para el desprecio o para no verlo.
Ausencia
de ambivalencia.
Fenómeno
del pensador independiente, o sea, que el hijo/a afirma que la
decisión de rechazar al padre es suya.
Apoyo
reflexivo y automático a favor del progenitor alienante.
Ausencia
de culpabilidad por la crueldad y explotación a la que se somete al
progenitor alienado.
Presencia
de escenarios prestados, o sea, argumentos o frases que no parecen
corresponder al lenguaje de los niños.
Extensión
de la animadversión a la familia extensa del padre.
Dificultades
en el intercambio con el niño en las visitas.
Críticas
a esos criterios:
Si
la madre o el niño, denuncian al padre por abuso sexual, Gardner
considera que esa acusación es falsa y se sirve de ese hecho para
diagnosticar SAP. Invocar una débil justificación para no ver a su
padre es una evaluación subjetiva y no puede garantizar un
diagnóstico fiable. En
cuanto a la ausencia de ambivalencia, pensador independiente y apoyo
reflexivo y automático a la madre, sería la conducta normal de un
niño que ha sido maltratado o abusado por su padre o que ha
presenciado malos tratos a su madre.
Esto puede hacer que se solidarice con la madre a la que considera
víctima del maltrato, o bien la que es su único apoyo frente a los
abusos del padre. Por
lo tanto, estas reacciones que son adaptativas al maltrato o abuso,
de rebeldía adolescente o rabia frente al divorcio de los padres,
que desaparecerían al cabo de un tiempo, se consideran en este
enfoque de Gardner, reacciones patológicas.
El sexto criterio supone que cualquier crítica al padre es ofensiva
hasta el punto que Gardner califica de psicópatas a los niños y a
las madres, y en esos casos diagnostica Sap. Pero esa ausencia
de culpa en el niño es comprensible si él tiene claro que el padre
es violento y abusador y él y la madre son víctimas y no agresores.
El rechazo a la familia extensa del padre sería la consecuencia
lógica a un ambiente donde él sabe que el padre al que teme, puede
tener libre acceso, como por ejemplo, la casa de los abuelos
paternos, donde no cuenta con la madre para protegerlo. El último
criterio que evalúa las
dificultades del niño en el intercambio no permite distinguir entre
un niño alienado por el progenitor custodio de un niño
profundamente vinculado a ese progenitor, por ejemplo, si las
dificultades son porque el niño tienen hambre o sueño, porque no
quiere dejar el juego al que jugaba, si son al encontrarse o al
despedirse por no querer dejarlo.
Según
Gardner, los padres que maltratan, abusan sexualmente de sus hijos o
son negligentes con ellos, están todos en la misma categoría de
padre
abusivo-negligente,
que él
describe como hombres impulsivos , que enseguida se pelean, no se
esfuerzan por trabajar, pierden su dinero en alcohol o juego. Sin
embargo sabemos
por el contrario que muchos maltratadores tienen un comportamiento
excelente fuera de casa. El libro de Marie-France Hirigoyen, El
acoso moral, ilustra
bastante bien los diferentes tipos de maltratadores y su grado de
peligrosidad.
Los pedófilos también pueden tener un comportamiento social que
hace difícil creer que puedan serlo.
Cuando se omite una investigación sobre el padre para saber
realmente como es su configuración psíquica y se manipula
información sobre la madre, a la que tampoco se somete a un análisis
riguroso y serio, es fácil concluir que el rechazo al padre es
injustificado.
La
ambigüedad de los criterios diagnósticos para invocar Sap, ha
llevado a establecer diagnósticos falsos en casos: de abuso infantil
severo, otros en los que el progenitor que se considera alienador no
contribuye, o decide denunciar para defender sus derechos legales y
proteger a sus hijos, o casos donde hay una denigración parental
mutua, o aquellos donde se confunden conductas adaptativas de rechazo
tras el divorcio, que son normales en el desarrollo de un niño/a. En
todos estas situaciones se presume equivocadamente SAP.
Gardner
llama a la terapia propuesta para desalinear al niño, Terapia de la
Amenaza y propone que la misma debe basarse en la estricta separación
forzada de la madre y el niño y que no haya ningún contacto entre
ambos, ni directa ni indirectamente, vía teléfono o correo. Se ha
llegado en casos en nuestro país que hasta se ha cambiado de colegio
a los niños para que sus compañeros no contribuyan a aumentar el
rechazo al padre.
Es significativo que Gardner,
aún admitiendo que se hayan probado abusos sexuales del padre hacia
los hijos, defienda al padre diciendo que no existe un padre
perfecto, que si bien la explotación sexual debe ponerse en la lista
negativa, han de ser apreciados por el niño, los aspectos positivos.
Esto concuerda con su idea de que el abuso sexual no es
necesariamente traumático, sino que lo traumático es la actitud
social hacia esos encuentros.
Es bien conocida la opinión de Gardner con respecto al incesto con
los hijos y su idea de la seducción de los niños hacia el adulto
como está documentada en sus propios textos, que obviamente ninguna
revista científica se prestó a publicarlos, razón por la cual tuvo
que autofinanciarlos.
Él
también da unas pautas para determinar si una madre es alienadora o
no, que son: la presencia de psicopatología severa previa a la
separación, frecuencia de pensamientos y verbalizaciones
programadoras, frecuencia de maniobras de exclusión, de denuncias a
la policía y servicios de protección al menor, propensión a
pleitear, episodios de histeria, frecuencia de violación de órdenes
judiciales, éxito manipulando el sistema legal para realizar la
programación, riesgo de intensificarla si consigue la custodia.
Cuando
se refiere a la psicopatología severa previa a la separación, la
define como una folie
à deux, o
sea, como una psicosis. Al definir esto como SAP, confundió una
reacción propia del desarrollo ante el divorcio y los conflictos
parentales intensos, incluyendo la violencia, debidos al enfado entre
padres e hijos, a veces inapropiado pero predictibles después de una
separación, con la psicosis. Y acorde con esta convicción errónea,
prescribe el traslado permanente a la casa del padre como progenitor
custodio para evitar que los niños estén protegidos de las
inducciones programadoras de la madre debido a su psicopatología.
Pero Gardner no proporciona pruebas empíricas que demuestren que
mujeres o niños diagnosticados con SAP tengan síntomas patológicos.
Además el padre no es diagnosticado ni estudiado. Tampoco puede
valorarse si los síntomas del niño en el momento del examen son
patológicos o respuestas adaptativas temporales al divorcio, porque
no hay evaluaciones a lo largo del tiempo ni de los hijos ni del
padre. Muchas
de las pautas que señala para determinar si una mujer es alienadora,
pueden corresponder perfectamente a la conducta de una mujer
maltratada que quiere proteger a sus hijos de un padre violento o
abusador, acudiendo a la justicia o desesperándose cuando se
encuentra con la injusticias porque no se le cree y el testimonio de
sus hijos se considera nulo, por suponerlo programado.
Gardner por otra parte tampoco tiene en cuenta las secuelas del
maltrato en la mujer que desembocan en un Trastorno por Estrés
Post-traumático, que se caracteriza por recuerdos intrusivos, la
evitación de los estímulos que recuerdan al trauma, angustia
vigilante, miedo intenso, pánico, ansiedad, incluso en respuesta a
estímulos menores. Gardner llega a sugerir que incluso la rabia es
indicador de madre alienadora. Si el tribunal que decide la custodia
ignora en la evaluación la historia de violencia para entender la
conducta materna, como por ejemplo, negarse a dar su dirección,
resistirse a las visitas sin supervisión, especialmente si cree que
sus hijos están en riesgo, ella puede parecerles hostil, poco
cooperadora o inestable y acusarla de ser alienadora.
El
perfil que Gardner presenta de madre no alienadora puede corresponder
al perfil de una mujer maltratada con Síndrome de Estocolmo, o sea,
sumisión total al varón, minimización del maltrato, dependencia
emocional extrema con el maltratador, pérdida de identidad, que se
conoce en psiquiatría como estrés Post.traumático complejo
elaborado por Judith Herman,
que se presenta en personas que han sufrido traumas prolongados y
repetidos como niños abusados, mujeres maltratadas, explotación
sexual organizada, rehenes de guerra, supervivientes de campos de
concentración, sometidos a sectas, todos casos que suponen una
historia de sometimiento a un control totalitario interpersonal a lo
largo de un período prolongado.
En
el tratamiento que hacen los que creen en el SAP, el mismo terapeuta
trata a toda la familia, lo cual genera una distorsión en la
confianza de los entrevistados, si uno es acusador y otro es acusado.
Además la terapia de la amenaza nunca será un método terapéutico
y acaba generando odio.
La coacción legal es un método violento que puede inducir por falta
de esperanza de escapar al terror, la identificación con el agresor,
minimizando la agresión, imitándolo y justificándolo porque saben
que su supervivencia a veces depende de que logren aplacar a sus
abusadores y fingen sumisión o afecto para sobrevivir, como les
sucede a muchas mujeres maltratadas, niños abusados, prisioneros de
guerra. Llevar
a los niños a vivir con un padre al que temen es dejar una huella
traumática que dura muchos años. El amor no se puede imponer, se
debe ganar con la propia conducta.
En vez de valorar cuidadosamente cada situación individual y
proceder con mucha precaución, los profesionales que privilegian el
contacto del niño con el padre rechazado, pueden pasar por alto
conductas del padre que provocan un rechazo adaptativo y lógico en
el niño, como por ejemplo, si el padre tiene problemas de salud
mental, abuso de poder o de control, si es adicto, o simplemente si
es un padre indiferente.
De
los casos de disputa por la custodia, entre el 25 y 50% encierran
violencia de género. Los niños expuestos a tal violencia pueden
tener problemas emocionales comparables a los que han sido víctimas
directas de maltrato o abuso sexual, los que la han presenciado
padecen secuelas de agresividad, depresión y / o deficiencias
cognitivas. Y en la edad adulta problemas de salud pulmonar,
enfermedades cardíacas, obesidad, diabetes, adicción a drogas,
alcoholismo, enfermedades de trasmisión sexual, depresión. Las
denuncias de abusos sexuales en casos de custodia son infrecuentes
(alrededor de un 6%) y la mayoría son fundamentadas, y las falsas no
son más frecuentes que en otros tipos de delitos y resulta que el
recurso a la denuncia falsa lo utiliza el padre en un 21% de los
casos, mientras que la madre lo hace en el 1,3%. Los padres
maltratadores son los que solicitan la custodia exclusiva más que
los no violentos y la consiguen en el 70% de los casos.
Sólo
me queda agregar que el SAP tal como lo describe Gardner, no ha sido
reconocido con fundamento científico ni por la Asociación Española
de Neuropsiquiatría, que además alerta de los graves riesgos de su
aplicación en la corte judicial, ni por la Asociación de
Psiquiatría de Estados Unidos ni por la Organización Mundial de la
Salud.
Los
padres no violentos que legítimamente sienten que su papel en la
custodia del niño se interfiere, deben valorar otras estrategias
para hacer su reclamación y no invocando SAP con apariencia
científica y promovido por grupos de presión conocidos, porque eso
hará finalmente más daño a los niños que beneficio. El
estudio individualizado y no prejuicioso de cada caso particular es
lo más indicado, buscar ayuda terapéutica que permita acceder a
recursos eficaces, buscar mediación para intentar solucionar de
mutuo acuerdo la custodia teniendo en cuenta los sentimientos de los
hijos a quienes se les demuestra de esa manera que se los ama de
verdad.
El
hecho clínico probado que la madre tiene una importancia
constituyente en el psiquismo del niño y que el papel del padre
adquiere importancia a posteriori y de manera progresiva, no
significa que en los casos en que la madre esté muy perturbada se le
deba dar la custodia. Por eso concluyo esta comunicación con esta
advertencia, porque he sido acusada de androfobia por publicar estas
verdades, que no son presupuestos ideológicos, sino realidades
clínicas probadas y apoyadas por lo que la psicología sabe de la
evolución psicológica del niño y cuales son sus necesidades de
acuerdo a su edad. Es a todas luces de sentido común, que no se
puede dejar la custodia ni unipersonal ni compartida en manos de
alguien perturbado, sea el padre o la madre. Por eso es importante
estudiar sin prejuicios previos cada caso contencioso, porque cuando
los padres no pueden llegar a un acuerdo razonando entre ellos,
recurren a los tribunales, lo que ya implica un fracaso en la línea
de lograr vías de acuerdo para el mejor desarrollo de los hijos. Que
hay muchos padres separados rencorosos que utilizan el reclamo de la
custodia compartida para vengarse de sus ex esposas, es un hecho muy
conocido. Como también hay madres que son muy posesivas y sienten a
sus hijos como su propiedad privada, lo que dificulta que puedan
permitir que los hijos quieran a su padre.
Por
todas estas razones hay que ser muy cuidadosos con un examen riguroso
de la estructura psíquica de ambos padres y de la historia de su
convivencia, no sólo entre ellos, sino como han asumido previo al
divorcio, sus respectivas funciones maternales y paternales. Sólo de
esa manera, se podría decidir sin temor a equivocarse, si es
conveniente la custodia compartida o si es exclusiva de un progenitor
decidir de cuál.
El
problema se complica aún más porque quien en última instancia
decide es el juez, pero no siempre hay garantías de que se respeten
las recomendaciones de los expertos en el tema. Los que creen en el
Sap, están muy influenciados a ver siempre a una madre alienadora y
no investigarán demasiado al padre, lo que puede llevar a ignorar
violencia previa o abusos en caso que los hubiera. Los que piensan
que la madre debe tener siempre la custodia pueden tener una ceguera
con respecto a su idoneidad, por ejemplo en caso de que la madre sea
psicótica o violenta. Por todo esto es sumamente importante
investigar a fondo, la estructura psicológica de cada padre y cada
madre, caso
por
caso para
tomar una decisión justa y adecuada a los intereses de los hijos.
Se requiere una gran madurez y una gran generosidad, para saber
separar a los hijos de los conflictos que una pareja puede tener
entre sí y no convertirlos en armas arrojadizas de un progenitor
contra otro, o en una rivalidad celosa por el cariño de los mismos,
o lo que es aún peor convertirlos en el chivo expiatorio de la
venganza. Cuando una pareja recurre a los tribunales, hay un fracaso
evidente en el entendimiento de esta cuestión, lo que hace suponer
que uno u otro o ambos no están en las mejores condiciones para
separar a los hijos de sus conflictos de pareja. Recuerdo una
anécdota que se atribuye al Rey Salomón, que tenía fama de justo.
En una ocasión se presentaron ante él dos mujeres reclamando el
derecho a la custodia del niño que cada una de ellas decía que era
suyo. El rey Salomón decidió entonces que se cortara
al niño en dos partes y se le diera a cada una de ellas una parte.
La verdadera madre del niño renunció a su parte porque no quería
que de dañara al niño. Entonces el rey supo quien era la madre
verdadera. Una buena anécdota que se puede traspolar a la custodia
compartida en los casos en que el niño es muy pequeño, porque
psicológicamente se lo parte por la mitad.
Barcelona,
ponencia presentada en el Salón de Actos del Diario de Mallorca,
promocionado por la Asociación de Mujeres para la Salud de Islas
Baleares, (Adibs) el 28 de mayo de 2012.
CLAUDIA
TRUZZOLI
Psicóloga
y Psicoanalista